Burocrácia policial

En Bolivia la burocracia en las instituciones del Estado tiene un sólo fin, beneficiar a los burócratas. Cuando una verdadera burocracia funciona, los trámites que los ciudadanos deben llevar a cabo están destinados a garantizar procesos de calidad. En una empresa, estos procesos fiscalizan las condiciones del producto y la optimización del tiempo y los recursos. En el caso del Estado, los procesos garantizan la calidad de vida. Por ejemplo, el requerimiento de legalización de su título profesional es un trámite que lo beneficia a usted como prestador de servicios, certificando sus habilidades profesionales frente a los ciudadanos; y se beneficia la ciudadanía, que se ve protegida por el Estado de embaucadores e impostores que le podrían hacer un daño irreparable.

Lamentablemente nuestra burocracia es una estructura parasitaria que vive a costa de nuestros bolsillos. Hay cientos de ejemplos para demostralo pero nos referiremos a uno en particular: la “Inspección Técnica Vehícular”. En países donde las cosas funcionan bien, dicha inspección fiscaliza el buen funcionamiento de los vehículos, su legalidad y vida útil. Si están viejos, si contaminan, si no cumplen los requisitos de seguridad o si no cuentan con los trámites que certifiquen su legítima propiedad; entonces el Estado interviene sacándolos de circulación para precautelar la seguridad de todos los ciudadanos.

En nuestro país es diferente. Si quiere hacer bien las cosas bien debe presentar su motorizado en el punto de inspección en el tiempo establecido, en perfecto estado de funcionamiento y con la documentación en regla. Luego de un tiempo razonable de espera y revisión recibirá su certificación. La otra opción es presentar el vehículo aún sabiendo que no cumple con todo lo requerido para aprobar la inspección. Por ejemplo, le falta la llanta de auxilio, los cauchos están gastados, no tiene extintor, las luces no funcionan bien, el guiñador esta roto, el freno de mano está de adorno, el chasis ha sido devorado por la corrosión, etc. En esos casos usted habla con el suboficial policial de turno y luego de un amistoso acuerdo económico entre las partes usted finalmente adquiere su roseta. Pero hay una modalidad aún mucho mejor. Usted NO presenta el vehículo a ningún punto de inspección, contrata un tramitador quien recoge su documentación, le saca una foto a usted y su vehículo y por arte de magia una semana después recibe su roseta en la puerta de su casa.

La informalidad y la ilegalidad no sólo reproducen una ya arraigada cultura de la corrupción. Las formas irregulares para obtener una roseta cancelan el eventual beneficio de una legítima verificación técnica del parque automotor. Actualmente hay 1,5 millones de vehículos, supongamos que la verificación alcanzó el 70%, entonces la policía recaudó casi unos 30 millones de bolivianos. Quienes se benefician de la trama también se llevan a sus cuentas personales jugosos dividendos. Por la calidad y las condiciones de los destartalados vehículos que transitan nuestras calles no son pocos los que deben recurrir al soborno, más aún si es un motorizado de servicio publico. Son una larga cadena de servidores públicos que burlan el sistema para burlarse de todos nosotros. Lo más triste es que la institución del orden se entregue a este oficio. Tal como pasó con el SEGIP a la policía hay ponerla en las calles y sacarla de los escritorios.