Familia Natural

La intolerancia devela síntomas inequívocos de odio. El odio casi siempre genera violencia y la violencia se expresa de muchas formas. El desprecio es suficiente para dañar la existencia y la íntima vida de las personas. Las fobias se construyen a partir del miedo y el desconocimiento. Le tememos a aquello que nos resulta extraño. Puesto que no lo entendemos presumimos que es un potencial peligro para mi como para los míos. Muchos de estos miedos se institucionalizan y se incrustan dentro de dogmas religiosos y forman parte de un comportamiento cultural que hace ver la violencia contra las otras opciones de las personas como normales. A nadie le parece molesto que alguien le grite a otro “maricón”, pero muchos se ofenden si ven a dos hombres besándose.

El Comité Cívico pro Santa Cruz ha acogido la iniciativa de un grupo de fundamentalistas religiosos que abogan por la “familia natural”. Ante la reciente aprobación de la ley favorece a transexuales y transgénero, posibilitándoles el cambio de género en sus documentos, los extremistas afirman que esté hecho estaría allanando el camino para legalizar las uniones homosexuales y permitirles adoptar hijos como pareja. Si así fuera estaría muy bien, pues el desamparo jurídico que sufren las personas de opciones sexuales diversas es otra forma de violencia que se legitima desde el Estado. Sin embargo, no piensan lo mismo los del movimiento conservador. Recurren a su libro para hablar de leyes divinas y aberraciones, multiplicando su miedo y por ende su violencia.

Si tanto les preocupa la “familia natural”, convendría que conozcan otras formas de familias naturales existentes. El pueblo mosuo es una cultura matriacal donde la mujer toma las iniciativas sexuales y de búsqueda de pareja para copular. Tras el embarazo la mujer devuelve al hombre a la casa de su madre. Una vez nacido el niño la imagen paterna la construyen los hermanos de la mujer. En esta cultura no existen maridos. La poliginia es una forma de matrimonio por el cual un hombre puede casarse con varias mujeres. En más de una treintena de países se practica y el único requisito es tener las condiciones económicas para mantener a todas las mujeres. En el amazonas el pueblo yanomami practica la poligamia en toda su expresión. Tanto los hombres como las mujeres pueden tener varias parejas sexuales. La familia la constituye todo el clan. La crianza de los hijos es colectiva, de cierto modo todos los adultos son padres y madres de todos los niños.


Las familias homoparentales no son un peligro para la “familia natural”, puesto que tal cosa no existe. Mucho menos es atentatoria contra la vida, dado que no puede haber vida más plena que aquella que se sostiene en el amor. Al Estado le toca indefectiblemente garantizar a todos sus ciudadanos la vida más plena y feliz posible. También es tarea del Estado proteger a las personas con opciones sexuales diversas de todo tipo de violencia generada por la intolerancia. La marcha por la vida y la familia, la cual es patrocinada por el Comité Cívico de Santa Cruz, no es otra cosa que una muestra de violencia solapada contra lo que no entendemos y nos asusta. Este 22 de junio hordas de gente con miedo y amarrada a sus creencia saldrán a las calles para cuestionarnos sobre el bien y el mal.

La diversidad humana nunca resta, es más lo que nos aporta y enseña. Para ser comunidad es preciso conocernos y encontrarnos. Las marchas se hacen para reclamar por nuestro derechos, no para cancelarlos.