Bolivia y los infiernos narcóticos

El tema del narcotráfico es una historia enorme y demasiado enredada. Deshacer semejante maraña en unas cuantas líneas es imposible. No obstante, vale mucho la pena estar lo suficientemente claros respecto, al menos, a algunos “asuntitos". Por ejemplo, el 28 de junio se detuvo al criminal Carlos Noel Buitrago en territorio nacional. El “Porremacho”, como le decían los de su comparsa de rufianes, era nada menos que un paramilitar colombiano con más de 50 procesos en su país. Acusado por narcotráfico, asesinatos, masacres y crímenes contra la humanidad.


Como es de conocimiento general, la pasada semana otro colombiano hizo noticia. Julio César Hernández de Morales fue enviado a Palmasola con medidas cautelares por el intento de asesinato del abogado Denver Padraza. Para muchas familias bolivianas lo sucedido era difícil de creer. Un ataque a quemarropa en pleno centro de la ciudad de Santa Cruz, en el mismísimo atrio de la Corte de Justicia. No era la ciudad Juárez, tampoco una ciudad colombiana, se trataba de nuestra casa.

Sin embargo, eso es todo lo que se oye, se lee en los periódicos y se reproduce por la televisión: narco-sicarios, secuestros por ajustes de cuentas, sanguinarios narco-paramilitares colombianos produciendo droga en Bolivia, incremento de la producción, descontrol en los cultivos de coca; un camión en la frontera con no sé cuantos kilos de droga, etc, etc, etc. Tal es el grado de la narco-paranoia que inclusive se fabrican noticias que involucran a la propia ONU. Ante semejante atrevimiento la réplica fue inmediata: “La UNODC niega fehacientemente la veracidad de la noticia publicada en varios medios impresos y producidas en medios radiales y televisivos de Bolivia, así como en medios digitales entre el jueves y viernes, acerca de un presunto informe que le atribuye a Bolivia el liderazgo en la producción de marihuana en Sudamérica”.

Más allá de los titulares amarillistas la verdad es muy sencilla: “La guerra contra las drogas ha fracasado” y esa no es una afirmación mía, sino de otro colombiano: el ex-presidente Cesar Gaviria; miembro de la Comisión Global sobre Política de Drogas. El informe redactado por esta entidad conformada por líderes internacionales describe la cruda realidad: “La guerra contra la droga no ha sido, no podrá y no será ganada”. Sostiene que si seguimos enfrentado el problema de las drogas de la misma manera, como en los últimos 40 años, las consecuencias seguirán siendo devastadoras, particularmente para los países como el nuestro.

Gaviria afirma que la alternativa al problema es: “definir el consumo de drogas como un problema de salud y no como un problema criminal”. Al respecto añade: “La gente tiene un problema de salud y tú tienes que lidiar con el problema de esa forma, no sólo poniendo personas en la cárcel. Eso no resuelve el problema de la sociedad”. Obviamente que el informe de la Comisión afecta directamente a la política anti-droga de los Estados Unidos, que ha criticado duramente las conclusiones.

Por eso no nos resulta extraño que no encontremos en nuestros periódicos, ni en los de ningún lado de mundo, noticias como está: “Los índices de consumo disminuyeron en el hemisferio Norte”. “Ayer se inauguro moderno hospital estatal para tratar a adictos a los narcóticos en EEUU”. “Los países consumidores invierten en educación en sus países y en desarrollo en los países productores”. Esas noticias no las encontraremos en ningún lado, porque no existen. Mientras tanto, los paracos colombianos se trasladan a Bolivia para atormentarnos; los Zetas de México extienden su red criminal a Guatemala; la cocaína peruana pasa por toneladas de costa a costa en avioneta sin que nadie pueda hacer realmente nada.

El Mundo, 25 de julio de 2011