Siendo objetivos, lo que ha sucedido
contra la marcha indígena no es ninguna novedad, pues se sigue una línea más o
menos coherente con el modo de proceder del Movimiento al Socialismo, respecto
a sus opositores. Supo librar los escenarios más difíciles con innegable
maestría y casi siempre salió bien parado. Uno de los logros más sobresalientes
fue haber reducido la capacidad de presión y manipulación del poder de los
transportistas y el magisterio. Asimismo, fue brillante la estrategia que
desarrolló para desmontar la influencia y el andamiaje de la oposición
política. Los episodios que dieron paso a la nueva Constitución y los
contundentes resultados electorales deslegitimaron y cancelaron su proyecto. El
tiro de gracia fue el mentado caso del mercenario Rózsa y sus cómplices, con el
que la oposición se terminó espectacularmente a sí misma.
Acabada la oposición, el gobierno tenía
vía libre para ejecutar las transformaciones sociales, económicas y políticas
necesarias para garantizar la continuidad del “proceso de cambio”. Sin embargo,
cuando todo parecía expedito para seguir adelante, ocurrió un hecho
desconcertante. La regulación del precio de los carburantes era una de las
medidas más REVOLUCIONARIAS de todas las que había impulsado el Ejecutivo. Se
trataba del paso de una economía basada en la subvención, para empezar a mover
los engranajes de la productividad, a partir de las variables reales de la
economía mundial. Aquella era una medida osada, pero absolutamente necesaria
para dinamizar la economía. La presión por revertir el llamado gasolinazo era
la esperada, los frentes se multiplicaban, pero en el fondo muchos confiábamos
en una nueva victoria política, particularmente sobre esos gremios que se creen
dueños del país. Las cosas sucedieron de otra manera y conocemos perfectamente
los resultados.
Desde entonces los hechos que
acapararon el interés de la gente fueron una serie de medidas que nos
recordaron muchísimo a los viejos gobiernos, que movían los hilos de la
política para su beneficio y en contra de los intereses nacionales. Los
primeros seis meses tuvieron una especial relevancia los 100 mil chutos que
adornarán las calles de nuestras ciudades. Luego nos madrugaron con una ley que
facilitaría la importación de transgénicos. En ambos casos es inevitable
sospechar que los contrabandistas y las grandes agro-industrias fueron los
únicos beneficiados. Finalmente aparece una hermosa carretera que atravesará el
hogar de tres NACIONES INDÍGENAS, donde quiénes parecen beneficiarse más son la
mafia narco-cocalera y el dueño de la financiación: Brasil; que necesita
urgentemente carreteras que lo vinculen al Pacífico y los mercados asiáticos.
Nos cuesta creer que detrás de la
marcha haya un movimiento desestabilizador, más aún cuando la lucha de los
pueblos de Tierras Bajas tiene una trayectoria ininterrumpida de 21 años
reclamando exactamente lo mismo: Territorio y Dignidad. Los analistas hacen
bien en reconocer que el TIPNIS es ahora un asunto nacional, porque esta vez
los humillados y ofendidos fuimos todos. Lo hemos subrayado en ocasiones
pasadas y lo reafirmamos, el “proceso de cambio” no es propiedad de un partido
político. Nos ofrecieron un país inclusivo, respetuoso de la diferencia, con
altos valores morales fundados en nuestras tradiciones más antiguas, donde la
plurinacionalidad es el pilar del Estado; y es particularmente atento con los
más débiles y desfavorecidos. No renunciaremos a las esperanzas que depositamos
en nuestra Constitución, porque ese sueño nos pertenece y lo defenderemos.
Siendo objetivos, lo que ha sucedido
con la marcha indígena es el síntoma inequívoco de que Evo y sus bolcheviques
están perdiendo la brújula. Si tus enemigos son un millar de indígenas armados
con arcos y flechas, acompañados por ex-funcionarios públicos a los que han
bautizado de “resentidos” y asesorados por ONG's de izquierda, ¡estamos
fregados! Solamente falta que envíen a los disidentes al GULAG... Creímos
ingenuamente que el “comunitarismo” del que nos habló Álvaro García era realmente
una cosa bien distinta a esta GRAN PURGA STALINISTA.