Los
Juegos
Panamericanos
han
terminado
con
un
nuevo
éxito
cubano.
58
medallas
de
oro,
35
de
plata
y
43
de
bronce;
situándolo
una
vez
más
en
el
segundo
lugar
del
medallero.
También
resultó
llamativo
que
Estados
Unidos,
siempre
primero,
obtuvo
cinco
medallas
menos
que
la
vez
pasada
y
nuevamente
no
alcanzó
a
superar
las
100
medallas
de
oro
a
las
que
estaba
acostumbrado.
Lo
cual
es
una
buena
noticia
para
el
resto
de
los
países,
ya
que
esto
significa
una
mayor
competitividad
y
mejor
preparación
de
los
atletas
en
el
continente.
Pero
siguiendo
con
los
números,
el
tercer
lugar
lo
ocupa
Brasil,
que
desde
la
pasada
versión
de
los
juegos
desplazó
a
Canadá
de
ese
lugar.
EEUU
y
Brasil
juntos
tienen
más
de
quinientos
millones
personas.
En
EEUU
son
308
millones
de
personas,
con
un
producto
interno
bruto
per
cápita
de
46.715
$us.
Mientras
que
Brasil
son
192
millones
y
su
PIB
de
11.700
$us.
Cuba
posee
la
modesta
cantidad
de
11
millones
de
personas,
con
un
PIB
de
9.700
$us.
Definitivamente
la
proeza
que
realizan
los
deportistas
cubanos
supera
cualquier
ejercicio
estadístico
o
cálculo
de
probabilidades.
Esa
Isla
en
medio
del
Caribe
no
sólo
es
heroica
por
la
Revolución
que
desde
1953
ha
marcado
el
curso
de
su
historia
y
la
historia
del
Mundo.
Es
heroica
por
soportar
el
embargo
económico
que
los
Estados
Unidos
le
han
impuesto
a
pesar
de
la
condena
mundial.
Precisamente
la
reciente
Cumbre
Iberoamericana,
reunida
en
Paraguay,
ha
vuelto
a
condenar
una
vez
más
el
brutal,
injusto
e
inhumano
bloqueo
al
que
es
sometido la
Isla.
Ese
heroísmo
se
demuestra
indudablemente
en
el
empeño
de
todo
un
pueblo
en
salir
adelante,
a
pesar
de
las
limitaciones
externas
como
internas.
El
proceso
Revolucionario
ha
entendido
que
son
necesarios
cambios
importantes,
que
le
permitan
al
pueblo
mayores
libertades
y
mejores
condiciones
económicas.
Sin
embargo,
ninguno
de
esos
cambios
ha
supuesto
amainar
los
ideales
de
igualdad,
solidaridad
y
excelencia.
Se
puede
criticar
y
poner
en
tela
de
juicio
muchas
cosas
en
Cuba,
pero
definitivamente
debemos
sacarnos
el
sombrero
ante
los
esfuerzos
que
hace
su
gobierno
para
garantizarle
a
todos
los
ciudadanos
salud
y
educación.
Su
medicina
mundialmente
conocida,
detenta
tantos
éxitos
y
reconocimientos,
como
sus
atletas
en
los
juegos
deportivos.
En
contraste,
Bolivia
se
encuentra
en
el
puesto
25
de
30
países
competidores
y
traemos
a
casa
apenas
2
bronces.
Llegamos
a
los
10
millones
y
medio
de
personas
y
nuestro
PIB
per
cápita
es
de
4.800
$us.
Ahora
mismo
encaramos
muchas
reformas
y
transformaciones,
que
deberían
suponer
la
edificación
de
un
nuevo
país
y
repercutir
en
nuestra
forma
de
vida.
No
obstante,
el
socialismo
del
siglo
XXI
está
todavía
muy
lejos
de
alcanzar
sus
objetivos.
Podemos
y
hacemos
bien
en
echarle
parte
de
la
culpa
a
los
gobernantes,
pues
ellos
son
los
directos
responsables
de
encaminar
y
dirigir
el
proceso.
Sin
embargo,
debemos
preguntarnos
cada
uno
de
nosotros
como
encaramos
nuestro
rol
y
si
realmente
somos
corresponsables
con
la
historia.
Qué
país
vamos
a
sacar
adelante
si
médicos
y
maestros
hacen
huelga
cuando
les
da
la
gana.
Qué
economía
vamos
a
tener
si
nuestra
idea
de
hacer
negocios
es
meter
mercadería
de
contrabando
o
traficar
nuestros
combustibles
subvencionados,
para
venderlos
a
los
países
vecinos.
Cómo
esperamos
ser
líderes
en
el
deporte
cuando
la
selección
de
fútbol
pide
aumento
salarial
antes
de
jugar
un
sólo
partido
y
después
los
pierde.
Hay
muchas
cosas
que
podemos
achacárselas
al
gobierno,
pero
preguntémonos
cada
uno
cómo
empujamos
el
país
hacia
adelante.
Es
un
asunto
del
“ser
nacional”,
implica
cambiar
algunas
de
nuestras
(malas)
costumbres
más
arraigadas.
Parece
que
somos
más
felices
cuando
vemos
fracasar
al
otro,
a
veces
nuestra
filosofía
es
la
del
perro
del
hortelano,
que
no
come
ni
deja
comer.
Como
yo
no
puedo
entonces
no
voy
a
dejar
que
nadie
pueda.
Eso
sí,
en
carnavales
todos
somos
amigos
y
que
viva
la
farra.
El
cambio es de todos
y
la
responsabilidad
sobre
él
recae
en
cada
uno
de
nosotros.
El Mundo, 31 de octubre de 2011