La
oposición en Bolivia está desaparecida hace mucho tiempo y eso no
es bueno ni para la democracia ni para el gobierno. La razón de que
existan partidos políticos, en una democracia representativa como la
nuestra, tiene que ver con la posibilidad de que todos los ciudadanos
se vean y sientan representados en los procesos de administración y
fiscalización del poder. Infelizmente el nombre de “oposición”
no ayuda mucho, de modo que cuando hablamos de los opositores a veces
pensamos en un grupo de “contreras” que se dedican a importunar y
poner zancadilla al gobierno de turno.
A
la hora de juzgar el por qué la oposición es un fantasma en los
pasillos del parlamento y en la vida pública de este país, hay
motivos para todos los gustos. Hay los que creen que el gobierno se
dedicó a perseguir a sus representantes y criminalizar su trabajo.
Que Leopoldo está en San Pedro, que Branco en el “exilio”, que
Manfred también, en fin. Hay los que más bien opinan que la
oposición desapareció el mismo día que el Goni y sus secuaces se
subieron a un avión charter rumbo a Miami. Lo cierto es que hay un
poco de ambas cosas con matices que muchas veces nos cuesta reconocer
y aceptar.
La
presidencia de Evo Morales marcó para Bolivia una nueva agenda para
el país y un giro radial al modelo de nación en el que estábamos
viviendo. Parte medular de esa agenda era nada menos que una Asamblea
Constituyente, que se encargue de escribir los lineamientos de la
Bolivia a la que nos habíamos negado desde su fundación. Asimismo,
detrás de Evo se evidencia el protagonismo de un nuevo sujeto
político. Pueblos indígenas, los trabajadores, la gente de a pie,
el mundo de las periferias; todos ellos y ellas son los verdaderos
mentores del Proceso de Cambio y los refundadores de la patria. Y nos
guste o no, Evo Morales es el instrumento que esas mayorías
escogieron para llevar a cabo el proceso.
Desde
mi punto de vista el mensaje para la clase política fue muy claro y
se trataba sencillamente de renovación. Infelizmente los perros
falderos de la vieja política, al ver desmoronado su castillo de
arena, se apoyaron en los dinosaurios sobrevivientes y les fue como
les fue. No se trataba de boquear la Asamblea Constituyente y
mantener al país en el limbo, la idea no era volver a las Autonomías
una causa separatista; tampoco se suponía que tenían que defender
sus ideas disparando a los indígenas sobre el río Tahuamanu. En
realidad necesitábamos gente con la visión y lucidez de asumir su
rol de minoría política, no obstante con el importantísimo papel
de mostrarle a la gente del país qué es lo que no se está haciendo
bien y cómo eso les va afectar.
La
convocatoria del gobierno a los partidos de oposición para sostener
un diálogo con el presidente, acerca de la agenda nacional, es una
muy importante oportunidad para ofrecerle al país argumentos, ideas
y propuestas. Algunos han calificado el evento como un “show”
para reposicionar al presidente debido a la caída de su popularidad.
Es obvio que es para eso!!! Pero no asistir por eso es ridículo.
Justamente en momentos como este, es cuando es posible darle a los
ciudadanos una imagen consistente de oposición. Aquella que da la
cara y señala con razones y con firmeza todo aquello que anda mal.
Todo eso aviva la democracia, ofrece a la gente alternativas y la
invita a pensar. Son en estos escenarios que surgen rostros e ideas
nuevas. Es mediante el diálogo y el debate que es posible ofrecerle
alternativas políticas, que eviten que nos saquemos la mugre en la
calle y creamos cada vez más en las urnas.
El Mundo, 16 de enero de 2012