Nosotros: médicos, maestros y chóferes


En nuestro país, hay miles de cosas que son especialmente pintorescas y a la vez patéticas. Cosas tan raras como el alcalde de Santa Cruz, el hombre con las manos más rápidas del oriente. Mas también hay otras más comunes, pero mucho más tristes porque las hemos naturalizado. La convivencia con los corruptos es una de ellas, no importa el apellido, el color de la piel, la edad, el sexo o el partido político; todos son igualitos y ya no nos asombran en lo más mínimo con sus fechorías. Desde pequeños recibimos de diversas fuentes que para salir adelante en este país uno tiene que ser "vivo". Que no importan cuanto te esfuerces, si quieres hacer plata no hacen falta estudio, ni trabajo duro; sino debes ser un “pendex”.

Nada de esto podría considerarse parte de la cultura de un pueblo, sino únicamente la alienación del mismo. Bolivia es un país particularmente orgulloso de lo que tiene y con razón. Su gente, la alegría, nuestras fiestas, los paisajes, nuestras culturas y naciones, sus idiomas, nuestra historia, etc. No sirve de nada compararnos con otros pueblos y decir que aquel es tan ordenado, ese otro es tan culto, ese otrito tan desarrollado. Nosotros somos de esta manera, por tanto, todo lo que podríamos ser depende únicamente de nosotros mismos y nuestro contexto. Nuestra diversidad humana es una consecuencia de aquello. Todo lo bueno que somos provino del modo en que nos adaptamos a nuestro ambiente y del manera en que aprendimos a convivir juntos.

Lo otro, lo malo y lo ruin, no es algo que queramos realmente, porque ningún pueblo sano buscaría conscientemente destruirse a sí mismo. Todo pueblo, cultura y nación propende hacia el bien y busca el bien de los suyos para preservarse en la historia y seguir escribiéndola.

Los Tiempos
Es aquí cuando tenemos que volcar los ojos a nuestros médicos, maestros y chóferes. No hace falta redundar acerca de los motivos que nos obligan a mencionarlos, porque los conocemos de memoria. Los primeros no quieren trabajar para la gente, los segundos saben que cualquier pretexto es bueno para reclamar y los últimos quieren seguir gobernando el caos. Los tres juntos se pelean contra el pueblo y consiguen que los aborrezcamos con verdadero sentimiento.

Opinión
Pero nosotros somos también responsables porque nos dejamos, porque les damos permiso para que nos violenten. Permitimos que crean que nos hacen un favor cuando en realidad deben prestar un servicio. Ellos olvidan que nosotros somos sus jefes porque ellos así lo han escogido y nosotros pagamos su comida, su casa y su vida. No nos merecemos el país que tenemos y por eso mismo no nos podemos seguir dando el lujo de hagan con nosotros lo que se les antoja. No obstante, para reclamar y fundamentar nuestra indignación es imprescindible comenzar a imprimir en nosotros mismos y nuestros hijos un nuevo carácter. Convencernos que nunca serán suficientes 8 horas cuando se trata de sanar, es una tarea que exige entregar la vida entera. Saber bien que educar es un arte mas que una profesión y requiere de gente dispuesta a soñar y crear, preparada para transitar las fronteras. Que el transporte no es sólo mover a la gente de un lado a otro, sino es mover la nación con el rumbo hacia su propio horizonte; por eso es tan necesario el orden y la disciplina.

Todavía falta mucho, pero la toma de conciencia es la primera estación de un largo camino a cargo de nosotros. Estos episodios terminarán en la anécdota, pero no podemos permitir que se repitan.