Estamos fregados


El consejo de ministros de Alemania ha anunciado que cuenta con más de medio millón de personas dedicadas a la investigación y el desarrollo de nuevos productos. A esta cifra se suman otras que están estrechamente relacionadas. La cantidad de publicaciones científicas superan a las de Estados Unidos en relación a la media poblacional. Asimismo, la inversión por parte del Estado a los rubros de educación, investigación y desarrollo han alcanzado los 13.700 millones de euros. Eso en más dinero que todas nuestras reservas internacionales en la actualidad.

En Latinoamérica, Brasil y México son los países con mayor cantidad de doctores graduados. Ambas naciones tienen el 90% de todos los doctores en la región. En 2009 se graduaron más de 15 mil doctores, y la gran mayoría de esos doctorados fueron en ciencias sociales y ciencias naturales. La Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología no posee datos completos de nuestro país, y en lo referente a doctorados apenas aparecen las cifras del 2001 y 2002. En esos dos años se da cuenta de 28 doctores graduados en total. Brasil graduó, en 2009, 11.368 doctores; México 2.724 y Cuba 645.

Todas estas cifras ya son motivo suficiente para provocarnos una terrible desolación, pero la realidad completa y comparada con países más desarrollados es mucho peor. Si bien Latinoamérica y el Caribe han mejorado mucho sus indicadores en todo lo concerniente a la educación, lamentablemente continuamos muy rezagados respecto a las grandes potencias. Por ejemplo China ya está por encima de Estados Unidos, en 2009 se titularon a nada menos que 50.000 doctores; de todos éstos más de 15.000 son doctores en Ciencias e Ingenierías.

Cuando el presidente dijo que estaba contento de no haber ido a la universidad, todo el mundo lanzó el grito al cielo y se rasgó las vestiduras. Una vez más los medios se encargaron de sacar de contexto la frase y gente desocupada colecciona una nueva “evada” para publicar libros inútiles. Recordemos lo que dijo el presidente y veamos que tiene que ver con todo lo anterior: "¿Qué enseñan los rectores y docentes? Enseñan a agredir a los campesinos ¿Eso estudian en las universidades con la plata del pueblo? La autonomía es para hacer golpear a los campesinos y apedrear sedes sindicales. No puedo entender, por eso estoy muy feliz y muy contento de no haber ido a la universidad."

Los Tiempos
El primer mandatario lamentaba las protestas universitarias contra el Decreto 1126 y las famosas 8 horas de trabajo para el sector de la salud. Pero al mismo tiempo recordaba los abominables hechos del 24 de mayo de 2008 en Sucre. Ciertamente ambos episodios no dejan de ser perturbadores. El 24 de mayo fueron precisamente los universitarios los que protagonizaron la persecución y el ultraje de campesinos. Muchos de los agredidos tenían a sus hijos estudiando en la San Francisco Xavier y se lamentaban de ser víctimas de su propia sangre. Ahora, durante las manifestaciones contra el decreto, el futuro de nuestro país sale encapuchado a tirar piedras y a hacerse gasificar con el único propósito de mantener sus privilegios y las “legítimas conquistas laborales” de su sindicato.

Así como están las cosas, realmente estamos fregados. Cuando en teoría afirmamos vivir un “proceso de cambio”, la realidad nos muestra que si la voluntad de transformación no nace de las bases, difícilmente podremos construir un país distinto. El presidente tiene razón, pues no tiene sentido ir a la universidad para replicar el sistema, y no tiene que ver sólo con el racismo o los privilegios. Todo nos hace pensar que nuestras universidades y la juventud que se forma en ellas no están a la altura de lo que el país necesita ahora. Esperamos de los futuros profesionales no apenas las capacidades para ser competitivos en el mundo, necesitamos gente dispuesta a renunciar a lo peor de nosotros.

La República