Las monjas rebeldes


La Congregación de la Doctrina de la Fe es una institución radicada en el Vaticano que hace el papel de censor en todos los temas referentes al dogma de la fe cristiana católica. Dicha institución se llamaba antiguamente el Tribunal Santa Inquisición, la cual fue responsable de miles de asesinatos perpetrados contra personas que no comulgaban con las creencias cristianas, a quienes consideraban herejes. En el siglo XIII esta institución fue responsable de la persecución y asesinato de mujeres que habían sido denunciadas por brujería. La caza de brujas entró en la historia como uno de los episodios más terribles del catolicismo.

Existen variados estudios que afirman que dicha persecución contra las “brujas” fue una acción que condenaba la práctica del conocimiento por parte de las mujeres. Una bruja en plena Edad Media era considerada una persona que había hecho un pacto con el diablo y a aquello se debía la razón de sus poderes sobrenaturales. Quitando al diablo de por medio, una bruja era en resumidas cuentas una yerbatera o curandera. Es algo parecido a lo que nosotros llamamos “yatiri”. Un sujeto que entre muchas cosas también se le atribuye la capacidad de hacer brujería. La raíz de la palabra viene del verbo yachay que quiere decir saber o conocer; yatiri sería entonces el que sabe o el sabio.

Hace pocos días la Congregación vaticana ha condenado a 55.000 monjas de Estados Unidos por considerar que su “situación doctrinal y pastoral es grave”. Para garantizar que las religiosas vuelvan al camino correcto, se les ha designado un arzobispo que se encargará de rescribir los estatutos de la LCWR (Leadership Conference of Women Religious) y mantener informado al Vaticano de la situación.

La noticia ha escandalizo a miles de personas y los hechos demuestran una vez más que la Santa Sede ha escogido el camino de la censura, antes que abrirse a la diversidad y al diálogo. La teóloga brasileña Ivone Gebara expresó su indignación ante lo sucedido en los siguientes términos: “¿Que sería un feminismo radical? ¿Cuáles serían sus manifestaciones reales en la vida de las congregaciones religiosas femeninas? ¿Cuáles desviaciones teológicas estarían viviendo las religiosas? ¿Nosotras las mujeres estaríamos siendo vigiladas y castigadas por no conseguir ser fieles a nosotras mismas y a la tradición del Evangelio, a través de un sometimiento ciego al orden jerárquico masculino? ¿Estarán los responsables de las Congregaciones vaticanas ajenos a la gran revolución feminista mundial que tocó todos los continentes e inclusive a las congregaciones religiosas?”

Parece pues que estamos ante una nueva caza de brujas, pero felizmente ahora ya no pueden prender una pira para escarmentar a los disidentes y los herejes. El cristianismo y el evangelio son mucho más grandes y hermosos, y sin duda tiene cosas buenas para decirle al mundo. Lamentablemente quienes se han atribuido el juicio sobre la “verdad” restriegan su poder sobre nuestros rostros, embarrando los alcances reales de la Buena Noticia de Jesús el Cristo. ¿Es posible acaso que 55.000 mujeres estén haciendo las cosas mal?; cuando, está demás decir, sabemos que han entregado su vida al servicio y la solidaridad. Quiero cerrar con las palabras de ánimo y coraje de la intelectual brasileña: “Vamos a seguir tejiendo juntas en nuestro momento histórico un pedazo más de la vasta historia de afirmación de la libertad, el derecho a ser diferentes y pensar diferente y todo esto tratando de no tener miedo a ser feliz”.