Los hijos perversos de la Madre



El encuentro internacional Rio+20 es actualmente el centro de atención del mundo. Un evento organizado por la ONU cuyo nombre oficial es “Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible”. También acá se debate el difícil tema de la ecología y la economía. De por medio hay un justificado temor a acumular otro fracaso en los intentos por regular el uso de los recursos naturales y los efectos de la acción del hombre sobre el medio ambiente. No deja de parecer una burla que todos los esfuerzos de la reunión estén concentrados en incorporar una nueva idea de desarrollo para empezar a hablar de “economía verde”. Un proyecto cuestionado por las organizaciones sociales del mundo entero por convertir a la vida del planeta en un producto comercializable.

Leonardo Boff, teólogo de la liberación y un reconocido intelectual comprometido con el tema, afirma sin reparos lo siguiente:  “Cuando hablamos de economía verde estamos hablando del último asalto del capitalismo a la naturaleza, al patrimonio de la humanidad. Digo el último asalto porque el primero fue la explotación convencional de los recursos naturales, deforestando la Amazonía para que el agronegocio plante sus millones de hectáreas de soya o para que se derriben los árboles impunemente, ahora entramos en una fase peor que es convertir a la naturaleza en mercadería, se venden créditos de carbono, se convierte a la vida en commodities, la vida no puede ir al mercado.”

Todo esto es como la crónica previa de una muerte absurda casi de ficción. Sin embargo es el guión de un obra dirigida y ejecutada por un modelo económico omnívoro, perverso e irresponsable. Ya no se trata solamente de la vieja historia de ricos y de pobres, de explotados y explotadores, de las clases dominantes y los dominados. Estamos en frente de una guerra declarada contra el planeta, en la que todos participamos con distintos grados de i-rresponsabilidad. Literalmente hemos unido nuestras fuerzas y acciones para conseguir en el mediano plazo acabar con el lugar donde vivimos. Es un círculo vicioso de necesidades que nos están obligando a todos a ser artífices de la debacle. Los entes parasitarios del Norte se devoran toda la comida, toda la energía y toda la mercadería que puedan engullir. Entretanto los ridículos fagocitos del Sur les ofrecen todo cuanto puedan darles.

La delegación Boliviana se ha unido a las negociaciones del G-77 + China, que son un grupo de 130 países en vías de desarrollo más la potencia asiática. El grupo se niega a continuar las negociaciones mientas no se aborden a profundidad los medios de implementación de este nuevo modelo de “desarrollo sostenible”. Nuestros representantes también están empeñados en introducir el concepto de “Madre Tierra” en el debate y aseguran que ya ha sido agendado.


Paralelamente, como es costumbre, hay en la misma ciudad otro encuentro protagonizado por los movimientos indígenas y las organizaciones sociales; debatiendo los mismos temas con la esperanza de ser escuchados y se tomen en cuenta sus propuestas y denuncias. Las demandas son las mismas de hace décadas: compañías mineras contaminando, represas hídricas desplazando pueblos indígenas, la biopiraterioa en su auge, la pérdida de derechos sobre el agua; además de la escalada del cambio climático. Sin ser adivinos presumimos lo que va pasar sin importar lo que diga el documento final. Los unos y los otros volverán a casa con la conciencia de que no cambiará nada. Entretanto Dilma seguirá construyendo su represa en Bello Monte y el Evo alistará las urnas para la carretera.