¿Por qué los mestizos no existen?


Comencemos recordando que la palabra “mestizo” fue empleada por los españoles a partir de la Conquista de América. Todo tiene su origen en otro problema étnico que se vivió en la península algunas décadas antes de 1492. Había una gran cantidad de descendientes de moros y judíos que habían progresado económicamente y buscaban mejorar su estatus ingresando a las instituciones españolas. Las élites de “cristianos viejos” se lo impidieron mediante de los llamados “estatutos de limpieza de sangre”. Por los cuales había que demostrar una ascendencia incorrupta. Obviamente el objetivo era evitar que los conversos (o “nuevos cristianos”) ingresasen a los conventos y a la vida militar, poniendo en peligro los cimientos del reino católico español.

Tras la invasión a América los bravos conquistadores cayeron rendidos a los encantos de nuestras mujeres. Comenzaron violándolas y después durante la Colonia aprendieron a enamorarlas. Eso generó un grave problema al interior de la institucionalidad ibérica. ¿Qué condición jurídica tendrían los hijos de esas relaciones? Si no se normaba aquello había el serio peligro de que sucediese lo mismo que en la península. Entonces no se les ocurrió nada mejor que usar una palabra propia de la ganadería para referirse a los seres humanos. Fue así que nacieron los “mestizos” y con ellos las castas. El “español” era alguien nacido en España, o sea un “purasangre”. Un “criollo” tenía padres españoles y había nacido en América. Un mestizo era hijo de “español” con “india”. Finalmente un “indio” era un americano “purasangre”.

Éstas eran las cuatro condiciones básicas, porque luego se inventaron muchas más, y empezaron a ponerle nombre a las “mezclas” más inverosímiles. El objetivo primordial de las castas seguía la misma lógica de antes, impedir que los de abajo se arrimen a la cima de la pirámide donde habitaba el poder. Los de arriba eran los españoles puros, los de abajo eran todos los demás; y cómo no, en fondo del agujero estaban los “indios”. Justamente nuestra guerra de la Independencia es fruto de la disputa del poder entre “españoles” y “criollos”, quiénes estaban cansados de ser los segundones de la metrópoli.

Como podemos imaginar, con el tiempo los “mestizos” ya no eran sólo los hijos de un “español” con una “india”; sino eran muchos indígenas que habían migrado hacia las ciudades con el objetivo de librarse de los duros trabajos de la mit’a, la explotación de los encomenderos y terrible la situación de pobreza y discriminación. Esto no es difícil de calcular porque la población española y criolla no superaba el 10% del total de los habitantes. Harían falta muchísimos más penes para volver a tanta gente “mestiza” de una sola vez. Por tanto, quienes usaron ese nombre lo hicieron con el único propósito de que sus hijos (NOSOTROS) dejasen de sufrir la violencia de la Colonia. De cierta manera, burlaron el sistema y se metieron dentro de él para existir.

Lamentablemente nos hemos acostumbrado tanto a que esa palabra nos defina, que hemos llegado a creer que esa condición socioeconómica de la Colonia es una categoría étnica. Tan grande fue nuestro convencimiento que en 1952 intentaron construir el “ser nacional” a partir de “lo mestizo”. De ahí que Tamayo y Arguedas resulten tan importantes para la historia de nuestro país. Entre tanto nosotros nos obstinamos por olvidar el vientre del que hemos salido, porque ser “indio” sigue siendo un estigma que deseamos a toda costa borrar.