Calabozos y Dragones


Desde el balcón de la embajada de un “insignificante” país tercermundista en el Reino Unido, y delante de miles de seguidores y simpatizantes, el fundador de WikiLeaks se dirigió al mundo expresando su repudio contra los dueños del planeta. Habló a favor de la libertad de expresión y de la libertad de prensa, exigiendo transparencia para con la gente en estos términos: “Pido al presidente Obama que haga lo correcto. Estados Unidos debe renunciar a su caza de brujas contra WikiLeaks. […]. Los Estados Unidos deben prometer al mundo que no perseguirán a periodistas por arrojar luz sobre los crímenes secretos de los poderosos. […]. Hay una unidad en la opresión, debe haber unidad y determinación absoluta en la respuesta”.

A lo largo de su discurso, que duró poco menos de nueve minutos, mencionó a Bradley Manning. Un joven soldado de 24 años, analista de inteligencia, quién enfrenta en el tribunal marcial norteamericano una condena a cadena perpetua por “colaborar con el enemigo”. ¡Vaya ridiculez! Hace mucho tiempo que ya sabíamos que el resto del mundo éramos potencialmente peligrosos para el pueblo elegido por Dios para gobernarnos, pero que nos lo digan en la cara es un hecho soberbio. Porque el enemigo no son sólo los talibanes, sino todos quienes se atrevan a mirar al gobierno y el ejercito de EEUU como realmente son. Un mundo que no sabía que los soldaditos gringos, insignias de la libertad y la justicia, estaban jugando desde un helicóptero Black Hawk a masacrar civiles desarmados en Irak.

Assange también recordó a un grupo de chicas rusas que se metió a una catedral para cantarle a la madre del Salvador: “Virgen María, Madre de Dios, líbranos de Putin”. Yekaterina Samutsévich, Maria Aliójina y Nadezhda Tolokónnikova han sido condenadas a 2 años de cárcel por “vandalismo motivado por odio religioso y político”. Tras recibir su condena le dedicaron la siguiente canción al presidente ruso: “Es la hora del Estado en prisión. Cuantas más detenciones, menos felicidad. [...]. Estamos moviendo nuestras mejillas, pechos y nuestras barriguitas. Putin enciende el fuego de la revolución. […]. El país está en marcha, el país sale a las calles con audacia, el país va a decir adiós al régimen, el país es la punta de lanza de las feministas. Y Putin va, Putin va, deja el rebaño”.

Cómo es este mundo y nuestra historia de rara y caprichosa. Los viejos ejes de poder ideológico y protagonistas de la Guerra Fría, esos enemigos acérrimos bien parecidos a dos niños tontos jugando con cabecitas nucleares, ahora no son más que una misma materia revuelta y repugnante. A unos se les ocurre que es bueno entrar a Libia y matar a Gadafi, haciendo del cadaver un trofeo y del país una colonia barata en petroleo. En tanto que los otros están convencidos que en Siria no pasa nada y ya vamos decenas de miles de muertos, porque el perverso detrás de las armas y los bombardeos es su “aliado”.

Cómo es este mundo y nuestra historia de rara y caprichosa. Desde la embajada de un “insignificante” país tercermundista, en el balcón del patio trasero de la historia, se exige no sólo justicia y libertad, sino ante todo se exige tener el derecho a saber la verdad. Delante de nosotros los poderosos se burlan de nuestro reclamo. Sin embargo, que no se olviden que detrás de ese rostro perseguido, adentro de unos pasamontañas coloridos, en el silencio de una celda militar de concreto y puerta de acero ahora estamos todas y todos.