Murió a los 82 años de edad el primer ser humano en pisar la
superficie lunar. La vida de Neil Armstrong y sus pasos representaron
perfectamente bien la sentencia que pronunciara desde el espacio:
“That's one small step for man, one giant leap for mankind”. Ese
pequeño paso estuvo antecedido por otros no menos significativos. El
3 de noviembre de 1957 Laika sería el primer ser vivo en llegar al
espacio exterior. Una pequeña perrita habría de inaugurar uno de
los episodios más apasionantes de la especie humana. Laika murió en
órbita probablemente por sofocación. Después de ella la Unión
Soviética envió 12 perros más, de los cuales consiguieron volver
con vida 5.
Nuestros
nobles amigos caninos ensancharían la senda que le daría a Yuri
Alekséyevich Gagarin la oportunidad de convertirse en el primer ser
humano en salir del planeta en 1961. Dos años más tarde sería el
turno de Valentina Vladímirovna Tereshkova. Pasarían 6 años para
que el Apolo 11 completara con éxito su misión en 1969. Gagarin no
pudo ser testigo de tan importante acontecimiento, pues había
fallecido un año antes en un accidente aéreo, mientras piloteaba un
avión de guerra. Sin embargo, de él también conservamos una
hermosa sentencia, tan conmovedora como la del norteamericano. Desde
el interior de la nave Vostok 1 el cosmonauta ruso miró la Tierra
como nunca nadie antes lo había hecho y dijo: “Люди,
будем хранить и приумножать эту красоту,
а не разрушать её!” (Pobladores del
mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos).
Aquella frase estaba profundamente ligada a lo que sucedía al
interior de la esfera celeste. Los tristísimos episodios que
animaban la Guerra Fría amenazaban literalmente con desaparecer la
vida del planeta. En octubre de 1962 la Unión de Repúblicas
Socialista Soviéticas instalaría en Cuba misiles con poder nuclear;
evento que daría lugar al momento más crítico en la disputa entre
las superpotencias mundiales.
Armstrong por su parte viviría lo suficiente para ver como el Curiosity arribaba a Marte. El robot, cuyo tamaño es un poco menor al de
un automóvil pequeño, también tiene antecesores memorables. En
1962 la sonda rusa Mars 1 orbitaría Marte a 11.000 kilómetros.
Mucho más tarde el Mars Pathfinder amartizaría con éxito en el
planeta rojo y el vehículo Sojourner comenzaría las exploraciones
científicas. La distancia más corta entre la Tierra y Marte es de
56 millones de kilómetros; y es así de lejos a donde hemos llegado.
Todavía no sabemos que cosas más podría conseguir la humanidad en
el tiempo que le resta de existencia, pero no cabe duda que los
hechos que presenciamos auspician logros no menores a los que ya
hemos visto. Sin embargo, así como esos pequeños pasos van haciendo
posible el gran salto del que hablaba Armstrong, también seguimos
amenazados por nosotros mismos a la muerte de la cual hablaba
indirectamente Gagarin.
El mismo día sábado en que murió el primer hombre en pisar suelo
lunar, fueron encontrados 320 cadáveres en los sotanos de casas de
Daraya en Siria. Ese mismo día murieron 200 personas de hambre en el
Sur de Somalía y 24 mil personas murieron por desnutrición en el
resto del mundo. El sábado se perdieron 1300 hectáreas de bosque.
Asimismo sólo en ese día han desaparecido 150 especies animales, un
ritmo de pérdida biológica que sólo es comparable con la
catástrofe que acabó con los dinosaurios. Es ésta la humanidad. De
un modo más que elocuente las dos frases de los pioneros en el
espacio se unen con una fuerza verdaderamente profética. Ojalá un
día nos demos cuenta.