La filosofía de los opas


El grado de abreviación de la inteligencia de nuestros políticos ha llegado a un nivel tal, que el debate por la vida y futuro de Bolivia ha quedado reducido a unas burdas crónicas de farándula. La semana pasada la oposición, que no tenía nada mejor que hacer, se fue a averiguar cuanta plata tiene el presidente. Entonces los medios de comunicación, que tampoco tienen nada mejor que hacer que multiplicar la polémica a temas absolutamente intrascendentes, nos llenan la cabeza de vacío. A todo esto no podemos dejar pasar por alto esa ridícula escenita del don Filemón Escobar levantándole la mano al vicepresidente, amenazando soberbio sopapo porque el “llokalla”, según su parecer: “No fue dirigente, no estuvo en las luchas sociales y ahora está de Vicepresidente”. Nuestro abuelito cascarrabias, doña Norma Piérola y el señor Doria Medina son la expresión viviente de una realidad patética.

A esto sumémosle el tema del avión presidencial o el satélite, asuntos sobre los que se tejen una cantidad de afirmaciones tontas, cuyos argumentos carecen de las más mínimas reglas de lógica. Sobre aquel avión se ha dicho tantas cosas que parece que el Evo Morales se lo llevará de recuerdo a su casa en el Chapare, donde instalará un museo con todo lo que le han regalado en su gestión. De ese perverso satélite se sostiene que no sólo va controlar las telecomunicaciones del país, sino está destinado a adueñarse de todo lo que se diga, escriba y piense del gobierno. Seguramente vamos a tener que usar un dispositivo de bloqueo cerebral para que no penetren en nuestras cabezas.

Pero en la otra vereda las cosas cosas tampoco están mejor. Poseyendo el poder necesario para hacer del proyecto político que abandera el MAS una realidad incontestable, los ciudadanos tenemos que asistir a un espectáculo muy parecido a una comedia de terror. La barroquísma y descolonizada boda de Álvaro García fue verdaderamente un paisaje grotesco de lo que NO debería ser el proceso de cambio. Las famosas papelbol y cartonbol entre otras cosas tienen que usar celulosa importada para operar. Seguramente lo más lógico habría sido instalar primero una fábrica de celulosa, pero ya vemos como son las cosas. Nos gusta comenzar por el final. Asimismo el pompozo contrato para la explotación del Mutún con los indios, que para fabricar acero hacía falta la provisión de gas en un país que bate récords económicos precisamente por exportarlo. Y cómo olvidar la flotilla mercante extraviada en la China. Son 16 barcazas que están a punto de ser subastadas porque la Empresa Naviera Boliviana depositó los 14 millones por adelantado, con una candidez que ni siquiera se ve en los niños.

Como ya se ha dicho al principio, el tercer actor de esta farsa son los medios de comunicación. Pues es en gran medida la prensa es la que atiza la atención sobre estos asuntos. De esta manera llegamos a situaciones como la del famoso juicio a ANF y Página Siete justamente por hacer noticia de lo intrascendente y lo anodino. Gran parte de la libertad de un pueblo no tiene nada que ver con votar en las elecciones, sino con los alcances y posibilidades del pensamiento. Si la gente dispone de argumentos sólidos para el debate, éste será verdadero protagonista de los procesos políticos, se hará mentor de las transformaciones y censurará lo que anda mal. Pero si anda digiriendo basura no podemos esperar mucho de los resultados. Seguiremos siendo bobos consumidores de un discurso y una escenografía sinsentido.