Ya se
andaban mirando desde hacía tiempo y la reunión sería un momento
perfecto para tantear hasta dónde llegar. La fiesta se ponía cada
vez más confusa y caótica. La gente reía sin tener claro de qué y
algunas parejas se movían descoordinadamente al ritmo de una música
irreconocible. Ella se emborrachó pronto. Todos habían tomado vino,
y es que no se acostumbra tomar vino y sube rápido. Cuando perdió
la conciencia él se ofreció a llevarla a un lugar tranquilo para
que durmiera. Un comedido, porque siempre hay un comedido, le ayudo a
levantarla. La acomodó en la silla de una habitación contigua y le
pidió a su chaperón que los dejará solos. Él se quedaría un rato
para hasta que se durmiera.
La
calentura comenzaba a dominarlo. Levantarle la pollera y bajarle el
calzón no requeriría mucho trámite. Le dijo unas cosas al oído
mientras la abrazaba, pero ella sólo balbuceaba cosas sin sentido.
La levantó y la recostó en el piso. Se abrió la bragueta y
comenzaba a sentir que toda la sangre del cuerpo se concentraba en un
sólo lugar. Le separó la piernas y comenzó a moverse como perro
arrecho. Todo se hacía lento, él no se daba cuenta de los segundos
y ella sencillamente no estaba habitando ese cuerpo en ese momento.
Se oye un golpe en la manija de la puerta, la bisagra hace su sólito
ruido y una mano busca el interruptor de la luz a tientas. ¿Qué
estás haciendo cojudo? La he echado para que se duerma, le contesta,
todavía con la verga afuera del pantalón.
Dicen que
algo parecido sucedió en una sala de sesiones de una asamblea
departamental. Dicen que pasó igual en una fiesta en la que usted
estuvo hace algunos meses. Dicen que algo semejante aconteció en el
patio trasero de un pueblito a kilómetros de acá. Dicen que algo
parecido ocurrió en la casa del vecino. Cabe la legítima
posibilidad de que se gustarán, cabe incluso la duda de que tal vez
se quisieran y ambos secretamente deseaban que en algún momento
sucediera. Es posible que ya lo hayan hecho antes y de que él sólo
repetía con “su” mujer una vieja faena... Pero también es
absolutamente probable de que nada de eso sea cierto. Los terceros
dicen o dejan de decir lo que mejor se acomoda a su conveniencia.
Algunos ridículos afirman que se trata de una conspiración, otros
igual de tontos piden a la “victima” que se presente y de la
cara. Organismos internacionales exigen una investigación, la
justicia pide se respete la dignidad y la confidencialidad. Los
medios de comunicación se solazan multiplicando el morbo de la
gente. Y todos nosotros mostramos la versión más grotesca del ser
humano.
Hay cosas
que son asquerosas y repugnantes. Hombres adultos abusando de niñas
y niños. Clanes de tráfico humano recolectado mozas púberes para
encarcelarlas en un putero. Machos educados como patanes usando su
pene como una vara de conquista. La industria de la imagen
vendiéndonos culos y tetas como carnes frías. Tenemos muchas más
cosas para pensar, además de la historia del asambleísta y la
señora de la limpieza. Es mucho más serio lo que no alcanzamos a
ver. Todo se ha vuelto una oportunidad para la ceguera. Es más
cómodo ofendernos con lo que los medios nos presentan, que
desbaratar la forma en que comprendemos el sexo y las relaciones de
género. La violación es la prueba de que seguimos siendo brutos
animales. Un síntoma de que no estamos bien como sociedad. Porque la
mujer continua siendo un objeto para poseer, un cuerpo para penetrar,
un territorio para la conquista, una propiedad privada.