“Por
tercera vez le pregunta: Simón hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro se
entristeció de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le
dijo: Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero. Jesús le
dice: Apacienta mis ovejas.” La celebre cita del evangelio de Juan
nos remite no apenas a los motivos y pretextos que la comunidad
cristiana primitiva interpretaba a partir de ellos. También existe
una conexión profunda con nuestro tiempo y con los argumentos que
construyen hoy nuestra realidad. Las tres preguntas del Resucitado a
Pedro tienen una relación inequívoca con las tres veces que el
apóstol le negó. La convocatoria a cuidar del rebaño viene a
través de la reconfirmación del amor a Jesu-Cristo y su Evangelio.
Las ovejas que hay que apacentar no son otras que aquellas que el
Mesías hizo protagonistas de su predicación: los pecadores, las
prostitutas, la gente pobre y los humildes.
En Papa
Francisco lo entendió a la perfección: “El Señor lo dirá
claramente, su unción es para los pobres, para los cautivos, para
los enfermos, para los que están tristes y solos. La unción no es
para perfumarnos a nosotros mismos, ni mucho menos para que la
guardemos en un frasco, ya que se pondría rancio el aceite y amargo
el corazón. De aquí proviene precisamente la insatisfacción de
algunos, que terminan tristes y convertidos en una especie de
coleccionistas de antigüedades o bien de novedades, en vez de ser
pastores con 'olor a oveja', pastores en medio de su rebaño y
pescadores de hombres.” El obispo de Roma, líder de los cristianos
católicos del mundo, nos recuerda que el compromiso de quienes creen
en la Buena Noticia se expresa a partir de las acciones. Tanto
ministros como fieles estamos llamados a volcar nuestra mirada y
nuestro trabajo allí donde la esperanza urge. Lo demás es sólo
pose, quizás incluso una suerte de negación de Cristo y el anuncio
del Reino de Dios.
El pasado
9 de abril en Colombia se conmemoraba el “Día nacional de
la memoria y la solidaridad con las víctimas”.
Este año por la coyuntura se incluyó en la protesta una macha por
la PAZ. Una paz que en primera instancia irá naciendo de las
negociaciones que sostiene el Gobierno y la Guerrilla en La Habana.
De firmarse un acuerdo, lo que suceda después será de vital
importancia para el país, para el continente y obviamente para los
directos afectados de la violencia armada. Si ponemos en sintonía
los versículos del evangelio de Juan con esta realidad, las tareas
saltan a la vista. Ahora bien, es probable que nos cueste entender la
dimensión de nuestra misión si no nos hemos apropiado de las
bienaventuranzas y del mandamiento del amor.
Los
factores que propician una guerra están íntimamente ligados a las
matrices culturales que operan en el subsuelo de la sociedad.
Transformar un desajuste estructural de estas matrices requiere una
conversión misericordiosa con el genero humano en su totalidad. En
otras palabras, al igual que el Maestro, hemos de actuar en función
a las víctimas y los vulnerados, pero al mismo tiempo la victoria
sobre la injusticia y la muerte dependerá de la capacidad que
tengamos de propiciar la reconciliación y el perdón. Oler a oveja
es más que una simpática alegoría para que los curas dejen a un
lado la pompa. Es el llamado a todos los cristianos a vivir en serio
la solidaridad. Colombia nos importa porque su territorio y su gente
son también un espejo nuestro. Su dolor es idéntico al de aquel que
le preguntaron tres veces por su amor.