Hileras de muertos
abarrotan una mezquita, las calles del Cairo son literalmente un
campo de batalla, las huellas de la sangre están por todas partes y
los deseos de vomitar se nos vuelven irrefrenables. Antes de
cualquier cosa, anteponiendo cualquier tipo de argumentación, sin
hacer ninguna lectura política de los hechos; recordemos que durante
los sucesos recientes en Egipto han muerto ya más de 1000 personas a
consecuencia de las protestas. ¿Cómo es que se recupera todo un
pueblo de tan terrible acontecimiento? ¿Es posible acaso pensar que
todo quedará en orden una vez que se haya recuperado la paz? La
memoria de cada uno de los muertos y el recuerdo de los hechos que
mantengan los vivos circulará por mucho tiempo carcomiendo la
existencia y fracturando la reconciliación.
A nosotros nos puede
importar muy poco o bien puede significar absolutamente nada lo que
pasa tan lejos de aquí. Ya tenemos demasiadas preocupaciones para
darle vueltas a una realidad poblada de laberintos. En Egipto están
la pirámides y las momias, todo lo demás es un asunto que nos
sobrepasa; porque no sabemos ni queremos saber nada más.
Paradógicamente nuestra “Aldea Global” es muy hábil para
informar sobre de los acontecimientos de la farándula y tan poco de
lo que realmente importa. Justin Bieber le canto desnudo happy
birthday a su abuelita. La CIA dice que el Área 51 existe, pero
que allí no hay extraterrestres. A Toni Braxton se le cayó el
vestido y todos podemos ver sus nalgas en internet. Tristemente todo
aquello es lo que ocupa nuestra atención y es lo que enciende
nuestra curiosidad. Lo abominable es que no sabemos ni un sólo
nombre de las 1000 personas que fallecieron la semana pasada.
Ahora bien, ¿quién sabe
que diablos está ocurriendo por allá? Minimamente recordamos que el
2011 el pueblo entero se movilizó para deponer a Hosni Mubarak. El
presidente que llevaba 30 años en el poder, acumulando una fortuna
de 70 mil millones de dólares. La caída del régimen inició lo que
que se llamaría la “Primavera Árabe”. El novelesco artificio
literario quería insinuar que las revoluciones en el norte de África
y en el Medio Oriente eran el síntoma de una poderosa transformación
democrática en la región. Aunque no es ninguna sorpresa, quienes se
autoproclaman estandartes de la libertad y la democracia se
mantuvieron en vergonzoso silencio hasta la renuncia del dictador. La
Unión Europea estaba aterrada de perder al socio que les
aprovisionaba de petróleo y los Estados Unidos defendieron hasta el
último momento a quien consideraban su “aliado incondicional” y
contrapeso en el conflicto palestino-israelí.
Ahora el presidente Morsi
ha sido depuesto en lo que se considera un Golpe de Estado. Sin
embargo, es el resultado de un complejo conflicto interno donde están
puestos además los intereses de la geopolítica norteamericana.
Igual que una casa infestada por cucarachas, uno abre un cajón y
salen los bichos por todas partes, uno levanta un tapa y allí están
de nuevo. Asimismo sucede en los conflictos del mundo. Pasa alguna
cosa y ahí están ellos moviendo sus patas, infectando todo lo que
tocan. El angelical premio Novel de la Paz, míster Obama, tuvo que
reconocerlo delante todo el mundo: “Hemos sido culpados por los
partidarios de Morsi. También hemos sido culpados por los del otro
bando. Esa actitud no ayudará en nada a los Egipcios a conseguir el
futuro que se merecen.” Con todo, él tampoco sabe el nombre de
ninguno de los muertos.