El PapaPop


El obispo de Roma ha presidido la vigésimo octava Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro. Un evento que congregó a aproximadamente a 355 mil personas de todas partes del mundo. Desde su arribo al aeropuerto brasileño sacó a relucir sus mejores armas: su simpatía y sencillez. En su recorrido por las calles de la ciudad saludó, tocó, besó y abrazó a todo el que pudo. Los niños parecían volar entre la gente hasta los brazos del Papa. El personal de seguridad estaba literalmente enloquecido, pues el primer mandatario del Estado de la Ciudad del Vaticano rompía todos los protocolos para dibujar una sonrisa entre los presentes. A la par los medios de comunicación y las redes sociales se inundaron de fotografías, mensajes y videos que daban cuenta del evento. Un hecho que demuestra cuánto ha cambiado la imagen de la Iglesia desde la asunción de Francisco como líder de los cristianos católicos del mundo.


Ahora bien, la euforia ya pasó y nos toca mirar mucho más allá de las estampas de las playas de Río inundadas de gente. El hombre escogido para dirigir la barca de la Iglesia católica ha dejado un mensaje muy claro y fuerte para la juventud. Durante la vigilia de oración habló así a los asistentes: “Tu corazón, corazón joven, quiere construir un mundo mejor. Sigo las noticias del mundo y veo que tantos jóvenes, en muchas partes del mundo, han salido por las calles para expresar el deseo de una civilización más justa y fraterna. Los jóvenes en la calle. Son jóvenes que quieren ser protagonistas del cambio. Por favor, no dejen que otros sean los protagonistas del cambio. Ustedes son los que tienen el futuro. Por ustedes entra el futuro en el mundo. A ustedes les pido que también sean protagonistas de este cambio. Sigan superando la apatía y ofreciendo una respuesta cristiana a las inquietudes sociales y políticas que se van planteando en diversas partes del mundo. Les pido que sean constructores del futuro, que se metan en el trabajo por un mundo mejor. Queridos jóvenes, por favor, no balconeen la vida, métanse en ella, como hizo Jesús.

En la homilía de la Eucaristía celebrada el día del cierre volvió a interpelar a los cientos de miles de fieles reunidos: “¿Para dónde nos envía Jesús? No hay fronteras, no hay límites: nos envía para todas las personas. No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a todos los ambientes, hasta las periferias existenciales, incluidos aquellos que parecen más distantes, más indiferentes. El Señor busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su amor.” “Queridos jóvenes, cuando vuelvan a sus casas, no tengan miedo de ser generosos con Cristo, de dar testimonio del Evangelio. Llevar el Evangelio es llevar la fuerza de Dios para arrancar y arrasar el mal y la violencia; para destruir y demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio; para edificar un mundo nuevo. Queridos jóvenes, ¡Jesucristo cuenta con ustedes! ¡La Iglesia cuenta con ustedes!”

Aunque el Papa se ha vuelto tan famoso como Messi o Shakira, él no patea una pelota, ni menea las caderas para alborotar a sus seguidores. Francisco se metió de lleno al mundo de las imágenes y de los símbolos, para hablarle a una sociedad que parece huérfana de ideales. Nos recuerda que lo importante de la vida de cada sujeto radica en lo que está haciendo para transformar la realidad. Es una convocatoria para recuperar al ser humano y sacarlo de su miseria y parsimonia. Es una llamada a ser justos, libres, y solidarios.