Mucha
gente está susceptible, y con razón, con el conteo final y la
presentación de los datos censales. Ese inesperado vuelco numérico
entre Santa Cruz y La Paz despierta muchísimas sospechas.
Generalmente la explicación más sencilla es la que mejor se
aproxima a la verdad. Con una elección nacional en vísperas y con
una posible reconfiguración del parlamento, hay mucho más en juego
que el sólo hecho de ser el departamento con más personas. Es un
asunto de repercusiones políticas, económicas y sociales. Pero hay
un tema que es aún más complejo y requerirá de un largo y detenido
examen. Tiene que ver con la pregunta de autopertenencia. Esa
inusitada inversión estadística entre quienes se reconocen parte o
no de un pueblo o nación indígena no se explica por sí misma. Un
descenso del 62% a 41% es sencillamente imposible cuando toda la
población está creciendo.
La
población boliviana ha experimentado un crecimiento del 20% respecto
al último CENSO. En otras palabras, somos 1.752.929 bolivianos más
que la última vez. La población en todo el continente americano es
de más o menos 950 millones de personas, representa el 12% de la
población mundial. Probablemente no tenemos presente este dato, pero
Bolivia es uno de los 10 países con mayor superficie de toda
América. Es más, somos uno de los 30 países que poseen más de un
millón de kilómetros cuadrados de territorio. No obstante,
representamos apenas el 1,1% de total de la población americana,
pero aquello no tiene que ver con la capacidad reproductiva de
nuestra gente. Aunque pueda parecer una cantidad insignificante, en
comparación con nuestros vecinos, no somos tan pocos.
Veámoslo
de esta manera. Canadá es el país con la mayor superficie
territorial del continente. Tiene casi 10 millones de kilómetros
cuadrados, pero su población es de apenas 35 millones. Su vecino,
Estados Unidos poseé 9,6 millones de kilómetros cuadrados y tiene
la friolera de 316 millones de habitantes. Como podemos imaginar, el
tema de la población está atravesado por decenas de variables. Sin
duda una variable muy importante es todo lo relativo a la migración.
Las abismales diferencias entre Canadá y Estados Unidos están muy
ligadas a las políticas migratorias de cada país. Asimismo, ésto
está atado a la geografía, el tema económico y las oportunidades
laborales. En Sudamérica también tuvieron mucha importancia las
políticas de blanqueamiento de la población. Particularmente Chile
y Argentina abrieron sus puertos a los migrantes europeos con el
propósito de borrar lo “indio” de la realidad.
Definir
la autopertenencia de los ciudadanos es un asunto existencial. No es
lo mismo saber si usted tiene servicios básicos, que saber si usted
se reconoce o no como indígena/originario. Xavier Albó ya advirtió
que el bajón se presentó particularmente en las grandes naciones de
las 36 que nos constituyen. Por ejemplo, los aymaras en 2001 eran
1.278.627 de personas, pero 11 años después resulta que son
1.191.352. Los Guaraníes se contaban en 78.438, mientras ahora son
58.990. Así como las variables de crecimiento poblacional son
infinitamente complejas, más aún lo es un tema delicadísimo como
el de la identidad. Dado que es un hecho que no desaparecieron ni
exterminaron a los hijos de los padres que 11 años antes afirmaron
su pertenencia indígena, sólo resta indagar, cuáles son los
subterráneos discursivos que ha llevado a mucha gente a negar su identidad otra
vez. Y es que todavía vivimos montados al mito de mestizo.