El NIÑO Dios

No es frecuente detenernos en el hecho. Es casi un asunto periférico recordarlo, pero casi siempre olvidamos que el 25 de diciembre se celebra el nacimiento de un Dios. Objetivamente, el relato y su conmemoración es un mito de génesis religiosa. Los textos del nacimiento y la infancia de Jesús, son textos muy posteriores a las profesiones de fe en los textos de Pablo y las que más tarde aparecerían en los primeros Evangelios. Luego su muerte en una cruz, el profeta de la caridad entró en la vida de sus seguidores de una manera nueva. Es así como nació la conciencia de su resurrección, pues sintieron de un modo incontestable que su amigo no había muerto; y que, tanto Él como su “Buena Noticia”, estaban vivos.

Tampoco es fácil entender que lo que está escrito en la Biblia no es un relato histórico. Quienes lo escribieron no eran historiadores y su propósito no era hacer una “historia de Jesús". Se trataban de comunidades haciendo síntesis hermenéutica de su fe. La rimbombancia de la palabras puede sugerir que era un grupo muy selecto y profesional haciendo tan delicada tarea. No obstante, la gente que realizó ese divino oficio eran personas con “muy poca” preparación en el asunto teológico. Lo que nos dejan saber los textos bíblicos es que se trataba de pescadores, comerciantes, campesinos, amas de casa, trabajadoras sexuales y cobradores de impuestos. Al menos, ese tipo de gente es la que figura como el circulo de amigos y seguidores de Jesús. En las cartas de Pablo vemos grupos un poco más estructurados de vecinos de ciudades portuarias, soldados romanos, esclavos, fabricantes de carpas, etc.

Como podemos notar, quienes inventaron el cristianismo no eran profesionales en la disciplina. Descontando a Pablo, hay muy poca evidencia de que estuviesen involucrados sacerdotes, rabinos, fariseos o escribas en todo este proceso. Son esas comunidades conformadas por personas trabajadoras y gente pobre los que escribieron los episodios de una historia que recordamos hasta el día de hoy. Mirando de cerca el tema que nos convoca, detengámonos en la narración del embarazo de María y el nacimiento de Jesús, que se encuentra en el evangelio de Lucas. Nunca esta demás recordar que el tal Lucas no es una persona, sino una comunidad. Una comunidad reunida en torno a uno de los testigos directos de la vida y obra de Jesús. Esta comunidad entendió a bien que no era suficiente narrar la historia de la pasión y resurrección del Mesías, sino también dejar una memoria de quién fue Jesús cuando niño e inclusive antes de nacer.

Ya sabemos que todo esto lo hicieron con un propósito religioso, ayudar a la gente a creer en Jesús. Por tanto no vamos a discutir que si hubo o no hubo ángel de la visitación, que si la pareja se fue o no se fue a Belén, que si el crío nació o no nació en un pesebre; menos aún acerca de la estrella o de los reyes magos. Lo que no deja de ser maravilloso es el hecho de recordar la encarnación de Dios en el género humano en una humilde familia de Nazaret. Lo que hicieron los primeros cristianos, y nos lo legaron a quienes creemos Jesús-Cristo y celebramos la Navidad, es conservar para toda la memoria que Dios es un amante de los sencillos y los indefensos. El texto de Lucas no quiere ser un relato romántico, muchos menos convertirse en el pretexto de la parafernalia mercantilista de esta época. El texto de Lucas exige de los cristianos recordar que Dios nació para mostrarnos cual es la vida verdadera.