El genio del gordo Tomás

Gran parte del cristianismo tal y como hoy lo conocemos sostiene y recibe su argumentación en la enorme y brillante tarea teológica y filosófica de Tomás de Aquino. Un personaje que debe gran parte de los alcances de su existencia a la crisis del feudalismo y en el tránsito al crecimiento de las urbes. Todos sabemos que su influencia en la recuperación de Aristóteles es crucial para toda la historia de la filosofía en adelante y no apenas para el cristianismo. No obstante es para el mundo cristiano el pilar fundamental de la compresión de Dios desde Jesús el Cristo. Justamente en la summa theologica buscará responder las cuestiones fundamentales de la fe cristiana desde la razón.

La revuelta al filósofo griego tuvo que superar importantes problemas de la época. Gran parte del legado grecolatino estaba sencillamente desaparecido en el olvido. La caída y desaparición del imperio romano habían dejado a Europa huérfana de tradiciones y cultura. Las invasiones no había destruido apenas un poder, sino también habían derrumbado la compleja arquitectura con que se sostiene una civilización. Por tanto todo lo que se sabía de Aristóteles era lo que los comentaristas musulmanes habían recuperado y comentado del filósofo. Obviamente era una versión poderosamente influenciada por la mirada y sentir religioso musulmán. No es ninguna sorpresa que los averroístas latinos siguieran la misma línea, aunque estas contenían afirmaciones que iban en contra de la doctrina de la fe cristiana.

Tomas lidera una verdadera empresa para desenterrar al Aristóteles más auténtico. Entonces él mismo se empeña en la formulación de un síntesis que recoge dos tradiciones (la griega y la cristiana) dándole forma y unidad a un nuevo modo de pensar la revelación y el cristianismo. Las tesis aristotélicas fueron tomadas por el Aquinate para elaborar un esquema gnoseológico, donde accedemos al conocimiento mediante la experiencia empírica, y sólo a partir de allí construimos conceptos metafísicos. Derrumbando de raíz la tradición medieval predominante afirma que lo primero es la percepción sensible y no tiene sentido pensar desde los argumentos platónicos y neoplatónicos. Tomas está enraizado en Aristóteles y por eso lo más importante es una antropología (visión del hombre) centrada en el sentido de la existencia. No es un alma que se deposita en un cuerpo, el alma y el espíritu echan raíces en el cuerpo como una unidad substancial, y esta unidad se juega en lo sensible.

Su tarea es descomunal cambió definitivamente la manera en que debería entenderse el cristianismo. Asuntos como el problema de la existencia de Dios son resueltos desde las relaciones de causalidad. Las famosas cinco vías nos llevan desde lo sensible hacia la prueba de existencia de entes extramundanos que están más allá de la experiencia. Así se concluye que Dios sin duda alguna el primer motor, la primera causa incausada, un ser necesario, el sumo bien y la causa final. Para finalizar, no podemos olvidar que todo su legado tiene un punto de cierre sencillamente maravilloso. Poco tiempo antes de morir vivió unos momentos de éxtasis místico que le impidieron seguir escribiendo más nada. Se dice que después de aquello Tomás consideró todos sus escritos eran simplemente innecesarios. Curiosamente, pero en fidelidad a lo sensible, algo que está más allá de la argumentación racional explica mejor a Dios y el sentido del ser humano en el mundo que cualquier otro tratado.