El
mundo americano posee sus propios argumentos para representar el
mundo. No podemos esperar menos de una realidad tan diversa en el
plano cultural y tan antigua históricamente. En el tiempo anterior a
la invasión su geografía ya había sido cuna de grandes
civilizaciones e imperios, pero al mismo tiempo incubó sociedades de
un profundo capital intelectual que se organizaron de otras maneras.
Las relaciones con el espacio y el territorio dieron lugar a diversas
cosmovisiones. Esa mutua interrelación, entre la acción humana y la
acción del mundo, delineó en el pensamiento americano una
estructura comprensiva sumamente compleja y a cuya herencia nos
debemos. Posteriormente a los distintos periodos de colonización
occidentales gran parte de ese patrimonio ha sido exterminado o
proscrito, del mismo modo como fueran tratados los genuinos
habitantes de estas tierras. No obstante, su huella se conserva en
los pueblos que aún viven y promocionan esos paradigmas.
El
Abya Yala es un lugar como ningún otro en el globo terráqueo. Su
geografía se extiende de norte a sur naciendo y terminando en los
polos de cada hemisferio. Por esa misma razón su población conoce
perfectamente cómo es que funcionan los ciclos agrícolas en relación
a las estaciones, pero también domina la particular actividad
climática de los trópicos. Sus costas se bañan con el agua de los
océanos más importantes del mundo y por ende la fauna marina es
impresionante. Asimismo, tierra adentro podemos encontrarnos con los
ecosistemas más diversos, propiciando una
comprensión del universo viviente como ninguna otra; donde plantas y
animales de todos los colores, formas y tamaños conmueven los
sentidos radicalmente. Desde las descomunales alturas de la
cordillera de los Andes hasta los deltas de la selvas amazónicas,
todo conspira a mirar la realidad de otra manera. Los desiertos y las
pampas, la blancura polar, las serranías y las costas contrastan con
un enmarañado sistema hídrico, bosques secos y húmedos, valles
fértiles y tierras de abundancia.
Ciertamente
podemos afirmar que, aunque cada pueblo supo conquistar sus tierras
de una determinada manera y elaboró su cosmovisión en función al
lugar que habitaba, todas las naciones aprendieron unas de otras. No
olvidemos que las migraciones del tiempo de la glaciación ocuparon
sistemáticamente de norte a sur cada geografía de esta tierra, pero
tras finalizada esa era de hielo, las generaciones subsiguientes se
dislocaron de uno a otro lado, subiendo y bajando alturas, entrando y
saliendo de selvas y cuencas. Por tanto, aunque podemos hablar de una
gran diversidad comprensiva, al mismo tiempo podemos afirmar que el
ser humano americano posee una herencia común cuyos acentos definen
sus particularidades, pero la matriz cognocente está alimentada de
los mismos argumentos. Patrones de comprensión comunes que se pueden
identificar en realidades prácticamente antagónicas. El aprecio por
la tierra siempre reviste una veneración religiosa a esta realidad
maternal. El universo de los fenómenos es la acción del mundo sobre
el ser humano, todos los hechos de la naturaleza son signos que se
comunican con nosotros. La comunidad es la base comprensiva de
absolutamente todo, sencillamente no existen individuos, cada sujeto
forma parte de una red de relaciones de reciprocidad.