Los millones que faltan

Actualmente existen cerca de 52 millones de personas que se reconocen como miembros de un pueblo o nación indígena en toda América. La población total de nuestro continente ronda los 950 millones de habitantes. En América Latina y el Caribe la población alcanza prácticamente los 600 millones, de los cuales, aproximadamente 48 millones de personas pertenecen a uno de los 522 pueblos originarios, que se han mantenido con vida en la región. Todavía es motivo de investigación precisar el dato demográfico de la población del continente antes de la ocupación europea de nuestros territorios. La corriente bajista calcula unos 20 millones de habitantes antes de 1492, mientras que la corriente alcista sostiene que pudieron ser más de 100 millones de personas antes de esa fecha.

Los estudios sobre la desaparición de la población nativa no han pasado los meros cálculos estadísticos. Se presume que a razón de la guerra de conquista y las enfermedades llegó a perecer hasta el 90% de la población total de América. Las muertes durante el enfrentamiento bélico y en contra de la ocupación no supera el 10% de esa cifra. De modo que los responsables de una de las mayores catástrofes de la historia humana fueron los gérmenes y virus de enfermedades infecciosas, de las cuales los europeos eran sus portadores. Enfermedades que el sistema inmunológico americano no estaba biológicamente preparado para contener. Son nada menos que 10.000 años de separación con el resto del mundo, debido al aislamiento del continente, tras la desaparición del puente de hielo en el Bering con el fin de la última glaciación.

Eurasia a lo largo de todo ese tiempo había soportado ya varias pándemias que llegaron a mermar un cuarto de la población afectada en cada ocasión. Sin embargo, la gente sobreviviente se hizo ínume y transmitió genéticamente su resistencia a las generaciones posteriores. Justamente el estudio de las epidemias en Europa y Asia hace muy difícil creer que apenas el 10% de la población americana haya sobrevivido a la hecatombe. Harán falta muchos más estudios para saber a ciencia cierta cuanta gente habitó América antes de 1492, cuánta gente murió a causa de las epidemias, cuántas epidemias hubo, y la cantidad sobreviviente luego de superadas las enfermedades.

Ahora bien, el verdadero misterio no son las epidemias, sino lo que ocurrió después de ellas. Rosenblat (adscrito a la corriente bajista) sostiene que en hispanoamérica había unos 11 millones de habitantes en 1492. Para 1570, tras superar la gripe, la viruela y el sarampión, la población volvió a crecer y llegó a unos 9 millones. Sin embargo, es incomprensible como para el siglo XVII la población indígena se redujo a 7 millones y medio. Esta vez la explicación no requiere escarbar ningún fenómeno oculto. Mientras que las poblaciones criolla y africana crecían a un ritmo normal, la llamada población mestiza se multiplicaba casi exponencialmente. En 1700 quienes se reconocían mestizos o mulatos no eran más de 100 mil personas y para 1800 se convirtieron en 5,3 millones.

Como es científicamente imposible que toda esa población se haya multiplicado por causas naturales, estamos delante del más trágico enmascaramiento de nuestra historia. Responsable no penas de un genocidio cultural, sino también de una herencia de alienación.