¡Maldito seas!


El Pentateuco, los cinco libros más importantes de la doctrina judía, conocida como la Torá, están contenidos en la biblia cristiana dentro del compendio llamado Antiguo Testamento. Esos cinco libros están atribuidos a Moisés, sin embargo fueron construidos a lo largo de muchos siglos para explicar al pueblo judío los cimientos de su credo, sus orígenes, su historia primitiva y su consagración como el pueblo elegido de Dios. Los relatos incluyen hechos icónicos de la tradición religiosa contemporánea. La creación en 7 días, la historia de Adán y Eva, el diluvio Universal, el Éxodo desde tierras egipcias, los Diez Mandamientos; y el nacimiento de las Doce Tribus. Muchos pasajes de la Torá relatan precisamente los episodios que hicieron posible la conquista de la tierra prometida por Dios y dónde se erigió el Reino que gobernaría David y Salomón. Aunque estamos hablando de sucesos anteriores al siglo X antes de Cristo, sus pasajes nos recuerdan la dolorosa destrucción de Palestina el día de hoy. Así dice la Palabra de Dios:


Volvimos, pues, y subimos por el camino de Basán, y Og, rey de Basán, nos salió al encuentro con todo su pueblo para pelear en Edrei. Pero el Señor me dijo: “No le tengas miedo, porque en tu mano yo lo he entregado a él, y a todo su pueblo y su tierra; y harás con él tal como hiciste con Sehón, rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón.” Así que el Señor nuestro Dios entregó también a Og, rey de Basán, con todo su pueblo en nuestra mano, y los herimos hasta que no quedaron sobrevivientes. Y tomamos en aquel entonces todas sus ciudades; no quedó ciudad que no les tomáramos […]. Las destruimos totalmente, como hicimos con Sehón, rey de Hesbón, exterminando a todos los hombres, mujeres y niños de cada ciudad; pero tomamos como nuestro botín todos los animales y los despojos de las ciudades. […].


Y en aquel tiempo yo os ordené, diciendo: “El Señor vuestro Dios os ha dado esta tierra para poseerla; todos vosotros, hombres valientes, cruzaréis armados delante de vuestros hermanos, los hijos de Israel. “Pero vuestras mujeres, vuestros pequeños y vuestro ganado (yo sé que tenéis mucho ganado), permanecerán en las ciudades que os he dado, hasta que el Señor dé reposo a vuestros compatriotas como a vosotros, y posean ellos también la tierra que el Señor vuestro Dios les dará al otro lado del Jordán. Entonces podréis volver cada hombre a la posesión que os he dado.” Y ordené a Josué en aquel tiempo, diciendo: “Tus ojos han visto todo lo que el Señor vuestro Dios ha hecho a estos dos reyes; así hará el Señor a todos los reinos por los cuales vas a pasar. “No les temáis, porque el Señor vuestro Dios es el que pelea por vosotros.


De esa manera el pueblo de Israel arrebató sus tierras a los pueblos que allí vivían antes que ellos. Para masacrarles y devastar sus heredades no usaron más pretexto que afirmar que Dios les había entregado esa tierra y era su deber tomarla. Del mismo modo el sionismo, que no es más que otra forma de fascismo, se adjudicó con auspicio de las potencias occidentales la tierra del pueblo palestino. Como si se tratase de una recreación de un tiempo prehistórico, misiles convierten en polvo y sangre todo lo que alcanza a su paso. Cierto profeta latinoamericano, hastiado de la muerte y el silencio cómplice del mundo retumbó con su verdad nuestros oídos. “El gobierno de Obama condena el terrorismo, siempre y cuando no sea cometido por ellos mismos, por Estados Unidos o sus aliados: Israel. Desde el fondo de mi alma y de mis viseras, maldito seas Estado de Israel. ¡Terroristas y Asesinos!