¡Derrumba el estigma!

Los hechos recientes nos obligan a hacer memoria y ser un poco más conscientes de la realidad de la cuestión. El virus de inmunodeficiencia humana es el causante del síndrome de inmunodeficiencia adquirida. En primer lugar hay que decir lo siguiente: Ser portador del virus no es lo mismo que haber desarrollado el síndrome. En otras palabras, pero afirmando exactamente lo mismo, ser portador del VIH no es lo mismo que tener SIDA. El VIH es una enfermedad relativamente reciente, oficialmente los primeros casos reconocidos fueron publicados en 1981. En sus inicios fue el foco de la más alta preocupación mundial, pues de no establecer medidas de protección y seguridad podía convertirse fácilmente en una epidemia de aniquilación en masa. Esto generó una verdadera paranoia y la gente estaba literalmente aterrorizada con la posibilidad de que alguien contagiado pudiese siquiera sentarse cerca. En aquel entonces estar enfermo de SIDA era semejante a cargar el estigma que tenían los leprosos en siglos pasados. Eran malditos, intocables y debían ser confinados para evitar que esparzan los gérmenes de su enfermedad.

Cuando todo comenzó, si una persona se contagiaba y desarrollaba la enfermedad estaba prácticamente condenada a la muerte. En la medida de que el virus se apodera del organismo se incrusta en las células y básicamente se fusiona al ADN del portador, entonces la enfermedad empieza a aniquilar el sistema inmune. Todos sabemos que una persona no puede vivir sin este escudo ya que nos protege de todo tipo de enfermedades y dolencias. Así, una simple gripe podía degenerar en una neumonía y luego en un fallo cadiorrespiratorio. Dada la gravedad con la que evolucionaba la enfermedad, para prevenir el contagio el mundo entero tuvo que cambiar sus hábitos higiénicos y sexuales. El VIH es una enfermedad que únicamente se transmite por tres vías: sexual, sanguínea o perinatal. Es decir, a) durante una relación sexual no protegida en la que hay penetración y/o contacto de fluidos, b) por una transfusión o cuando una herida entra en contacto con sangre o material contaminado y c) de una madre a su hijo durante el último periodo del embarazó o a través de la leche materna.

Hoy en día hay muchos científicos trabajando en pos de conseguir una vacuna o remedios eficaces para la que todavía es considerada una enfermedad incurable. Sin embargo, harto es lo que ha cambiado desde la aparición de la enfermedad hasta nuestros días. Actualmente el VIH es considerado una enfermedad crónica, osea es tan grave como tener chagas o haber desarrollado diabetes; en cualquiera de estos casos, la persona deberá cambiar drásticamente sus hábitos de vida y someterse a una medicación adecuada para su dolencia de por vida. En el caso de pacientes con VIH, estos deben tomar remedios que les ayuden a fortalecer su sistema inmune y paralelamente necesitan medicinas que frenen la replicación del virus en el organismo. Adicionalmente tanto la persona como su familia deben tener los debidos recaudos para evitar algún accidente, no obstante esto no les impedirá vivir una vida feliz y sobretodo afectuosa.


Han pasado poco más de 30 años de la aparición de la enfermedad y lo que ha logrado la comunidad científica para prevenir el mal y dignificar la vida de los portadores es más que loable. Conservamos la esperanza de una vacuna o la cura definitiva. Entre tanto nos corresponde informarnos lo suficiente y ayudarnos a nosotros mismos y a los demás a comprender la realidad.