Ernesto
Guevara, el 11 de noviembre de 1964, describía de esta manera las
consecuencias del bloqueo en su discurso en las Naciones Unidas:
“Quiero decir únicamente dos pequeñas cosas. Dice el señor
representante de los Estados Unidos que Cuba echa la culpa de su
desastre económico al bloqueo, cuando ése es un problema a
consecuencia de la mala administración del Gobierno. Cuando nada de
esto había ocurrido, cuando empezaron las primeras leyes nacionales
en Cuba, los Estados Unidos comenzaron a tomar acciones económicas
represivas tales como la supresión unilateral, sin distinción
alguna, de la cuota de azúcar, que tradicionalmente vendíamos al
mercado norteamericano. Asimismo, se negaron a refinar el petróleo
que habíamos comprado a la Unión Soviética en uso de legítimo
derecho y amparados en todas las leyes posibles. No repetiré la
larga historia de las agresiones económicas de los Estados Unidos.
Si diré, que a pesar de esas agresiones, con la ayuda fraterna de
los países socialistas, sobre todo de la Unión Soviética, nosotros
hemos salido adelante y continuaremos haciéndolo; que aun cuando
condenamos el bloqueo económico, él no nos detendrá y, pase lo que
pase, seguiremos constituyendo un pequeño dolor de cabeza cuando
lleguemos a esta Asamblea o a cualquier otra, para llamar a las cosas
por su nombre y a los representantes de los Estados Unidos gendarmes
de la represión en el mundo entero.”
En sus
palabras finales, no sólo denunciaba la irracionalidad del bloqueo
al impedir la compra de medicinas; además recordaba la presión
norteamericana a los países de la región para romper relaciones con
Cuba y cita concretamente el caso de Bolivia: “Hace poco el
Presidente de Bolivia le dijo a nuestros delegados, con lágrimas en
los ojos, que tenía que romper con Cuba porque los Estados Unidos lo
obligaban a ello. Así, despidieron de La Paz a nuestros delegados.
No puedo afirmar que esa aseveración del Presidente de Bolivia fuera
cierta. Lo que sí es cierto, es que nosotros le dijimos que esa
transacción con el enemigo no le valdría de nada, porque ya estaba
condenado. El Presidente de Bolivia, con el cual no teníamos ni
tenemos ningún vínculo, con cuyo Gobierno no hicimos nada más que
mantener las relaciones que se deben mantener con los pueblos de
América, ha sido derrocado por un golpe militar. Ahora se ha
establecido allí una Junta de Gobierno. En todo caso, para gente
como ésta, que no sabe caer con dignidad, vale la pena recordar lo
que le dijo, creo que la madre del último califa de Granada a su
hijo, que lloraba al perder la ciudad: 'Haces bien en llorar como
mujer lo que no supiste defender como hombre'.”
No nos
referiremos al presidente depuesto, quien es nada más y nada menos que Victor Paz Estensoro, cuya memoria es crucial en la
historia nacional, tampoco si es justa la sentencia proferida, pero
si vale la pena hablar de la escenografía del pasado y la
conmovedora realidad del presente. Si hoy el guerrillero muerto en la
Higuera, justamente durante el gobierno del golpista, el militar René Barrientos Ortuño, viera el mundo
que vivimos nos volvería a hablar de ese “pequeño dolor de
cabeza”. Cuba y su pueblo no sólo es protagonista de una cefalea
memorable, esa utópica isla del caribe es la responsable de nuestra
propia locura. Descontemos el hecho de que ya es un milagro vivir
medio siglo con la economía secuestrada. La desvencijada Habana,
estampa de un mundo viejo, nos recuerda que la Revolución es
sinónimo de dignidad. Latinoamérica es ahora una hermosa migraña
que se ha convencido de su propio futuro.