¿Dónde están las Ciencias Sociales?

Las ciencias sociales afrontan enormes desafíos en el contexto actual. Varios estudios sobre la educación superior en Bolivia nos dan cuenta que la mayoría del caudal anual de candidatos a la universidad se decantan por la áreas relacionadas con la contabilidad, la administración y la gestión de negocios. De hecho las universidades enfocan gran parte de su marketing en satisfacer esa demanda. La saturación de estas carreras ha generado también problemas en la búsqueda de empleo. Lo cual nos pone en el terrible drama de tener desempleados con título, en un país donde no nos podemos dar ese lujo. Por otro lado hay un importante segmento que se inclina por las áreas que pueden allanar el camino hacia el autoempleo: la arquitectura, la medicina o el derecho. Es entre estos dos polos donde se sitúan las ciencias humanas y sociales.

No son atractivas por que el mercado laboral no expresa esas necesidades. Finlandia presume uno de los mejores sistemas educativos del mundo justamente porque sus profesores son de los profesionales mejor remunerados. Eso ha supuesto una inversión en la profesionalización de alta calidad y una dura competencia entre pares por acceder al sistema educativo. Un doctor en física puede fácilmente ejercer como profesor de bachillerato. De hecho es un requisito cursar un doctorado. En Bolivia ser profesor es sinónimo de mediocridad, pobreza o falta de oportunidades. Infelizmente ocurre algo semejante con los programas de antropología, sociología, filosofía, historia, arqueología y la propia economía.

No sólo es poca la gente que se inclina a estas profesiones, sino que además es gente que suele ser considerada como “rara”. Nuestro imaginario afirma que este tipo de profesiones es para bohemios, “cerebritos” o renegados del sistema. Existe mucho del verdad en esta simplificación, pero es muy injusto enmarcar dicha perspectiva como un patrón. Somos concientes que es innegable la importancia de estas profesiones en el contexto boliviano, mucho más en una época donde se pone el juego nuestra propia conciencia de pueblo y nación. No obstante, hay que ser realistas y remitirnos a los hechos. Eso nos coloca en una situación altamente vulnerable. Las Universidades buscan ser rentables para poder ser sostenibles, dado que hoy funcionan como un negocio. Cabe la posibilidad de la subvención interna de estas carreras llamadas “pequeñas”, no obstante la estrechez de nuestra economía impide garantizar plenamente tal posibilidad, así que se prescinde de su oferta.


El desafío comporta atender toda esta problemática estructuralmente y eso supondría intervenir el modelo económico, social y cultural del país. Inicialmente se trata de reactivar el espacio de las ciencias sociales como un escenario propicio para realizarse vital y profesionalmente. No estamos hablando de amasar fortunas, para eso uno puede dedicarse a contrabandista, político o dirigente del fondo indígena; sino de llegar a vivir dignamente. Potenciar el papel que les ha caracterizado históricamente. Una reflexión de la realidad con una alta responsabilidad social que contribuya a la transformación positiva del país. De modo que tanto pensamiento como acción tienen que orientarnos a garantizar la inclusión, la justicia y la solidaridad. El Estado debe tomarse en serio el invertir en el fomento, la búsqueda y la construcción de sabiduría y no sólo en la producción. Ni Roma ni el Tawantinsuyo se hicieron únicamente por su riqueza o el poder de su ejército. Había gente que pensaba.