La alienación desde la
perspectiva marxista es un proceso por el cual el sujeto va perdiendo
su identidad. La conciencia se trasforma y se entrega un estado de
contradicción. Vivir alienado es mucho más que no saber quién es
uno, es peor que vivir en estado vegetativo; pues inclusive la propia
corporeidad se entrega a una condición de sometimiento. Lo peor de
todo esto es que no existe violencia de ninguna índole. Hay una
mirada contemplativa hacia el objeto del deseo, que se va
convirtiendo en una proyección existencial. Las estructuras que
ordenan la sociedad capitalista generan distorsiones que llevan a las
personas a perder el sentido de su propia vida y finitud para
entregarse al servicio de los deseos de otros. El trabajador cree que
trabaja para sí mismo y para satisfacer sus necesidad, no obstante
está vendiendo su mano de obra para quien busca multiplicar su
capital. Entre tanto el obrero se conforma con subsistir. Este
sistema de producción aliena a los sujetos y aliena al cuerpo de la
sociedad, destruyendo las posibilidades de la verdadera cooperación
entre las partes justificando la primacía del individuo.
Si todo esto resulta demasiado
teórico y abstracto el ex-presidente Mujica lo explica con una
sencillez verdaderamente excepcional: “En la sociedad
contemporánea, por la multiplicación del hiperconsumo, no estamos
atendiendo el consumo prioritario, que es fundamental. A su vez,
gastando esfuerzo humano en un montón de pavadas, que poco tiene que
ver con la felicidad humana. La gente está metida como dentro de una
gigantesca telaraña, que es la sociedad de consumo, que está
montada en función de la acumulación, la gente ni siquiera es
consiente de eso. Pero empecemos por el principio. Cuando tu compras
algo, no te equivoques, el instrumento con el que tú estás
comprando es la plata, pero en realidad estás comprando con el
tiempo de tu vida que tuviste que gastar para tener esa plata. Lo que
quiere decir que cuando tu gastas estás gastando el tiempo de vida
que se te fue.”
Esta es la realidad de la mayoría
de los hombres y mujeres en este planeta. El liberalismo asume que es
posible multiplicar el crecimiento económico al multiplicar el
consumo. Así, dinamizada la economía se garantiza mejores
condiciones de vida para todos. El engaño de esta ilusión radica en
que perdemos de vista que la riqueza obtenida de la producción no se
distribuye en función del bien del colectivo, sino en beneficio de
los dueños del capital. Lo curioso es que aún siendo la mayoría,
la gente que vende su fuerza de trabajo está conforme con el modo en
que funciona el sistema, pues ha depositado las razones de su
felicidad en el horizonte de su alienación. Los hijos de estos
infelices se visten de Superman y de princecitas, todo cuanto quieren
ser se reduce a los “Vengadores” o a las heroínas de Disney.
Cuando crecen se dan cuenta que nunca volarán o que ningún príncipe
vendrá a despertarlas.
La sabiduría de Mujica nos
vuelve a dar claridad sobre lo urgente: “Desde el punto de vista de
la filosofía de la vida, pienso que es mejor vivir liviano de
equipaje. Con poco, con lo justo y poca complicación desde el punto
de vista material, porque si tienes mucha complicación, tienes que
gastar mucho tiempo en esas cosas de la complicación y no te queda
tiempo para las cosas que a ti te motivan”. “La cosa mas grande
que tienes es que estás vivo, es un milagro que estés vivo. La
felicidad no es una cuestión material.” La solución a toda forma
de alienación radica en eso.