En Bolivia la fiesta de Todos
Santos está ligada a las tradiciones más antiguas de nuestras
culturas. Durante la invasión europea los colonizadores y
adoctrinadores buscaron a toda costa “convertir” a los nativos a
la fe en Cristo, sin embargo su empresa estuvo lejos de ser un asunto
sencillo. Algunos teólogos trataron de explicar las singulares
devociones de los “salvajes” y coincidieron en que al no haber
recibido el mensaje evangélico no tuvieron otra opción que vivir en
la idolatría. Otros afirmaban que sí habían recibido la buena
nueva y está había sido anunciada por alguno de los 12 apóstoles
del Mesías. Tras haber estudiado las creencias y devociones de los
pueblos conquistados se encontraron muchos elementos comunes a la fe
y prácticas cristianas, por lo cual presumieron que hubo una
evangelización anterior a la invasión.
El asesinato del Inca Atahuallpa
estuvo justificado por dos motivos. Primero, haber rechazado la
“palabra de Dios”, cuando un clérigo le alcanzó una biblia y el
gobernante la tiró al suelo. Pero el argumento determinante para la
toma del poder, fue que el Inca había mandado matar a su hermano y
su corte por intentar dividir el imperio. Pizarro aprovechó el
pleito fratricida y aplicó su ley para decretar pena de muerte sobre
el Señor del Tahuantinsuyo. Depuesto el poder político era menester
desmoronar el aparato religioso y sus creencias. Matar al líder,
violar a las mujeres y cambiar la fe de los sometidos es una de las
formulas más antiguas de conquista. Los pueblos del continente no
mostraron demasiada resistencia al relevo en el gobierno. Asimismo
los conquistadores, que llegaron sin mujeres, con violencia o sin
ella, vieron a sus hijos paridos por las “indias”. No obstante,
la prepotencia de los invasores se encontró ante un muro robusto y
fiero cuando quisieron tocar la fe del pueblo.
Jamás se pudo erradicar el culto
y la reverencia a las montañas, la selva, las waqas
o los fenómenos naturales. Todos los intentos por arrancar sus
devociones demostraron una y otra vez la fidelidad de los nativos a
sus Dioses. Fue así que la Iglesia resolvió la destrucción de
todos sus lugares de culto y en su lugar habría de construirse
iglesias y capillas adornadas con las respectivas imágenes del
panteón cristiano. Lo que pocos sabemos, es que existen varios
reportes y crónicas que cuentan que durante la construcción de los
templos cristianos, los “indios” a cargo de la obra incrustaban
imágenes e ídolos en las paredes y adornos de los templos. De ese
modo, so pretexto de burlar la censura eclesiástica, nuestros
antepasados terminaron adorando a Cristo y sus Santos, pero con los
atributos y características de los Dioses propios.
Una de las devociones más
importantes es el culto a los muertos. En la antigüedad la gente
embalsamaba a sus parientes y los tenía en casa en un altar
reservado para sus rezos. En Qori Cancha existía un templo donde
estaban todas las momias de los incas pasados. Todo eso fue destruido
por los españoles. Este afecto por los muertos es mucho más solemne
en el Amazonas, pues algunos pueblos se comen las cenizas de sus
finados durante una celebración. La fiesta cristiana de Todos Santos
es sin lugar a dudas una extensión de nuestra ancestral fe a los
muertos adaptada a un nuevo contexto. Para nuestra cultura es parte
del núcleo de la espiritualidad más íntima. La conciencia de lo
finito comparte su día a día con la vida plena. Los muertos vuelven
y nos acarician con su viento, pues también somos ellos.