El fuero religioso tiene fronteras muy
claras y definidas. En primera instancia es individual y
estrictamente personal. La fe se sostiene y acontece en el
reconocimiento de la divinidad y el sometimiento de nuestro modo de
proceder al dogma por el cual la religión organiza sus prácticas.
En consecuencia todo acto individual de fe se comparte con una
comunidad que vive y celebra las mismas costumbres religiosas. Una
comunidad religiosa se organiza en torno a un credo, el cual sirve
para ordenar la vida en consonancia a unas reglas y vedas propias.
Todo el ámbito doctrinal es el que regula la moral y praxis
religiosa.
El proselitismo religioso es una
práctica por la cual se busca a nuevos miembros para la comunidad de
fe. Estos prosélitos entran a formar parte del grupo luego de un
adoctrinamiento y una vez hayan cumplido con los rituales de
iniciación que los conviertan en miembros plenos de la agrupación.
No obstante, el proselitismo religioso no es muy común. En el gran
abanico de religiones existentes son los monoteísmos los que con
mayor frecuencia incurren en diversas formas de reclutamiento, no así
los politeísmos. La razón es muy sencilla, las religiones
politeístas asumen como un hecho que la divinidad puede tener una
gran variedad de rostros; por tanto no les resulta incompatible que
los vecinos tengan otras creencias y prácticas cultuales.
En contrapartida los monoteísmos
cancelan la posibilidad de un panteón religioso diverso y además es
muy difícil que acepte la fe de los vecinos como válida. La
creencia en un dios único se sostiene justamente en el
convencimiento de que ese dios, además de ser el único, es el
verdadero. Los judíos no reconocen a Jesucristo como el mesías ni
la encarnación de dios. Yahveh es su señor y el padre del pueblo
elegido. Los musulmanes llaman a su dios Alá y Mahoma es su principal profeta. Aunque reconocen a Jesús como un profeta menor es
imposible que éste pueda ser tenido por dios. Los cristianos
proclaman la creencia en un dios uno y trino, donde Padre, Hijo y
Espíritu Santo son un dios pero materializado en la fe en tres
facetas distintas. Obviamente los cristianos opinan que los judíos o
los musulmanes poseen unas creencias incompletas de la realidad de
dios.
Estos monoteísmos además se han
desarrollado en el tiempo a través del vínculo de la estructura
religiosa con el Estado. El fuero religioso se impuso por la fuerza
por encima de la voluntad personal y la conciencia de grupo, para
constituirse como una condición para ser considerado como ciudadano
del Estado. Fue sólo hasta el nacimiento de los Estados modernos que
volvimos a colocar a la fe en su lugar. Un Estado no se puede regir
por las creencias de una religión porque las mismas responden a un
acto de fe. El Estado se rige por las leyes positivas, las cuales han
de buscar que todos los ciudadanos gocen de derechos que plenifiquen
su existencia y se cumplan deberes que garanticen la buena
convivencia entre todos.
La intromisión de las Iglesias en las
tareas del Estado viene siendo un viejo resabio de privilegios que
gozaban las jerarquías religiosas dentro de un gobierno confesional.
La resiente aprobación de la ley de identidad de género en Bolivia
a vuelto a poner en escena a los sensores religiosos, quienes no se
acaban de convencer que su tuición se enmarca solamente a su
comunidad de fe. La que llaman la ley de dios es estrictamente la de
su dios, su iglesia y la de sus creyentes. Las leyes del Estado nos
gobiernan a todos.