Los
periodistas de papel juegan a ser serios investigadores. Publican
información de los hechos como si se tratase de un capítulo de una
novela de Sherlock Holmes. Atan cabos con la frialdad de un cirujano
y nos convencen de que su versión de la verdad es la correcta.
Asumen que tienen una misión mesiánica con la sociedad, presumen la
noble tarea de desenmascarar una tramoya y liberar a la gente de la
ceguera. Usan las redes sociales como el caldo de cultivo para sus
especulaciones, pues quienes les siguen la corriente son otros tantos
que avivan su morbo a punta de clics. No se informan, no leen el
periódico, no escuchan ni leen las noticias; apenas recogen un
acumulado de historias inconexas y arman una película conveniente a
sus expectativas.
Los
periodistas de papel son amarillistas, porque no les interesa la
verdad al final de cuentas, sino el tamaño de escándalo mediático
que puedan provocar. Los periodistas de papel viven del escándalo,
es su estrafalaria manera de ser algo en esta vida. Compran sus
quince minutos de fama colgando un video mal editado y elaborando una
conveniente novela de conspiración. El triste episodio de la muerte
de un viceministro y cinco mineros durante el reciente conflicto
cooperativista demanda la atención de toda la sociedad y se merece
la más seria investigación. Primero porque la verdad es el único
recurso para que los culpables paguen el daño. Segundo, porque la
verdadera justicia es la reparación y la garantía de no repetición
de hechos tan lamentables. Por último, y en tercer lugar, por la
razón pedagógica. Una sociedad que aprende de sus errores
reorganiza el modo de vida para propiciar un futuro distinto. En
lugar de todo esto el discurso mediático es manejado por
pseudo-periodistas que se las dan de superhéroes.
En
el caso Zapata el señor Valverde nos vendió una historia que había
armado con fotocopias, y todos, incluidos los medios de comunicación
serios, le compraron el cuento. Por que así somos nosotros, nos
gusta que nos lo den todo mascadito, nos da flojera hacernos
preguntas, preferimos sólo digerir y tomar una postura. Si al ahora
auto-exiliado le hubiese interesado la verdad, él mismo habría
movido cielo y tierra para encontrar pruebas físicas e
incontestables que el hijo del presidente está vivo o existió. Un
periodista de investigación cuenta con un equipo de especialistas,
un presupuesto, informantes confiables y sobre todo pruebas
irrebatibles. Nunca suelta una historia por retazos para medir la
reacción de su frenética y novelera audiencia, sino presenta un
paquete informativo que le ofrece al ciudadano los elementos
probatorios de lo que hasta antes de ese momento era sólo una
hipótesis.
Junto
a Valverde y Justiniano ahora aparece un nuevo ídolo del periodismo
de caricatura, su chapa de guerra es el Kawa y escudo de lucha es
“Mucha Mierdanga”. Su página de facebook fue una de las primeras
en publicar videos grabados por mineros durante el secuestro del
señor Illanes. Siguiendo la formula del exiliado, éste arma la
tramoya y nos la ofrece a pedazos. Recientemente nos ha regalado un
nuevo capítulo. Aparece vestido de traje y camisa, con una cabeza de
caballo y usando de fondo una escena de Star Wars. Luego de hacer
apología de su “mucha mierdanga” el justiciero amenaza: “El
video de Illamens lo iremos mostrando por completo a medida de que
ustedes sigan mintiendo”. El plato está servido una vez más, los
comensales ya le pueden dar clics a su merienda. Hoy se sirve carne
de caballo y mierda.