El vicepresidente Álvaro García admitió hace pocos día que hubo un error de cálculo con la legalización de vehículos “chutos”: “No habíamos calculado la cantidad de automóviles que tenían esa situación. Si van a ser 100 mil, hay que depurar los 100 mil”. Este pequeño “error de cálculo” nos va generar una infinita cantidad de problemas. Es cierto que muchos de estos vehículos ya se encontraban en territorio nacional; sin embargo no contaban con los documentos de rigor. Otros muchos más entraron de contrabando en las últimas semanas por culpa de unos parlamentarios que anunciaron la medida antes de tiempo. El vicepresidente se refirió al senador Isaac Ávalos.

Pase lo que pase, con depuración o sin ella, el daño ya está hecho. Este “error de calculo” se suma a otros que en el mediano y largo plazo pueden ser irreparables. Está comenzando a calentarse el debate en torno a la carretera Villa Tunari – San Ignacio de Moxos. Se trata de un camino que es indispensable para la integración nacional y fundamental para promover el desarrollo del norte del país. El problema no está en la necesidad de la carretera, todo el mundo lo sabe y reconoce su urgencia. El problema es que pasa por el territorio de las comunidades moxeñas, yuracares y chimanes. El presidente Evo con muy mal tino anticipó que esa carretera se construye sí o sí, les guste o no les guste. Afirmando que detrás de esas demandas injustificadas están ONG's que les meten cosas en la cabeza a la gente para evitar el desarrollo.
El artículo 343 de la constitución afirma: “La población tiene derecho a la participación en la gestión ambiental, a ser consultado e informado previamente sobre decisiones que pudieran afectar a la calidad del medio ambiente”. Además no podemos pasar por alto todos los derechos relacionados expresamente a las comunidades indígenas-originarias en este tema. Puede ser cierto que de por medio hay ONG's, pero sospecho que su interés no es el evitar el desarrollo. Estamos hablando del hogar de miles de familias, estamos hablando de un territorio cultural que puede verse destruido gracias al nuevo modelo de desarrollo del “VIVIR BIEN”.
Cuando por culpa de una carretera mal pensada se devaste la selva del TIPNIS y se afecten las culturas de lugar; entonces nos dirán: “No habíamos calculado que el bosque iba a desaparecer, tampoco habíamos previsto que los cocaleros ingresarán masivamente en el Isobóro Sécure, desplazando a las comunidades indígenas locales. Fue un error de cálculo, pues no habíamos previsto que las culturas se verían seriamente afectadas en sus formas de vida y tradiciones milenarias desde que una carretera les atravesó el corazón de su hogar.”
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